Si la melancolía y el drama fueran sonidos, se escucharían en su mayor profundidad en la voz de Chavela Vargas, esa mujer pequeña que encanta con sus tonos graves a públicos de América y Europa. Esa mujer a la que México le rendirá homenaje el 21, pocos días después de que cumpla sus 90 años.
Canciones de desamor, y también de amor, se transformaron durante décadas en su voz en lamentos sentidos y espesos, que enamoran y sacuden los oídos y el alma.
Entona los dolores que arrastró desde su infancia y con los que luchó toda su vida, pero no la llenaron de odio. Llega a esta etapa de su vida en paz, con ella y con el mundo. Hizo siempre lo que deseó y no se arrepiente.
Lograr la tranquilidad no fue sencillo. El olvido no es una de sus palabras preferidas. Un repaso por su vida muestra que Chavela es una mujer valiente y libre, que tuvo buenas y,muchas, malas épocas.
México le dio el reconocimiento y ella adoptó sus costumbres y ciudadanía, pero su tierra es Costa Rica, país que abandonó y que durante muchos años la ignoró, sentía que allí no veían su talento, hasta que hicieron las "paces" y volvió a cobijarla.
Su existencia fue casi como la de la heroína de un culebrón mexicano, si éstas fueran espíritus libres y transgresores. Desde que nació como Isabel Vargas Lizano un 17 de abril de 1919 en un pueblo del departamento de San Joaquín de Flores, Costa Rica, supo del abandono y el desamor en una familia que no sabía contenerla. De muy pequeña casi quedó ciega y luego sufrió poliomielitis. En su autobiografía "Y si quieren saber de mi pasado?" (Editorial Aguilar) ella cuenta que los chamanes la salvaron de perder la visión, los considera los únicos seres puros que quedan, y con ellos creó una unión muy especial.
Cosa poco habitual en esos tiempos, sus padres se divorciaron y ella, cuando tenía siete años, terminó viviendo con sus tíos y primos, una familia a la que no conocía y que no la aceptaba.
Su infancia fue como la de muchos niños pobres latinoamericanos, cortando café, recogiendo naranjas. Entre golpes y humillaciones, carente de afecto comenzó a soñar con ser cantante. Tanta soledad la llevó a huir para conseguir ser quien ella quería. Con sólo 14 años se fue a México donde hizo de todo para sobrevivir mientras comenzaba a cantar en las calles y los bares.
Frecuentaba la bohemia mexicana y un día la invitaron a una fiesta en la que conoció a Frida Kalho y Diego Rivera. Fue un encuentro en el que comenzó una relación especial envuelta en el misterio, que ya es parte del mito "Chavela Vargas".
En los cincuentas alcanzó el reconocimiento en México con "Macorina" -canción que arregló en Cuba junto al poeta español Alfonso Camín- y la complicidad del compositor José Alfredo Jiménez. Con su poncho rojo cantaba las rancheras, género masculino por excelencia, como nadie y se convirtió para los mexicanos en "La Vargas".
La fama la alcanzó tarde, a los 32 años y con ella llegaron épocas de juerga y bohemia. Tiempos en que se codeaba tanto con la intelectualidad mexicana -eran sus amigos también el escritor Juan Rulfo y el músico Agustín Lara, como con el glamour de Hollywood en las playas de Acapulco. Allí cantó en la boda de Elizabeth Taylor y Mike Todd y conoció a Ava Gardner, Grace Kelly y Rock Hudson.
Los 60 y 70 fueron su época de gloria. Grabó su primer disco en 1961, le seguirían más de 40 placas discográficas sola o con otros artistas. Llenaba las salas en México y también el Carnegie Hall de Nueva York y el Teatro Olimpia de París.
Lo tuvo todo y lo perdió también. Llegó la época oscura, la de la nube de vahos del alcohol y más soledad. Su hermano llegó a afirmar que ella había bebido 40 mil litros de tequila en 25 años.
A fines del siglo XX Pedro Almodóvar incluyó sus canciones en sus películas, lo que impulsó su resurgimiento. Eran tiempos en que se mantenía como una artista de culto, hasta que en la década del 90 salió a recorrer caminos y a llenar estadios.
Con el nuevo siglo llegó a la Argentina, donde actuó varias veces y dio un muy emotivo concierto gratis en el Luna Park. Ya había estado antes en la Patagonia, cuando filmó "Grito de piedra con Werner Herzog.
Sin convertirla en estandarte, Chavela vive sin prejuicios su sexualidad. Nunca justificó su vida privada, ser lesbiana para ella no es un estigma, es un orgullo. Cuenta que "se dieron cuenta de que yo era homosexual desde muy niña? para hablar de mi homosexualidad utilizaban la palabra rareza". Y aunque la leyenda habla de raptos de amadas en caballos blancos, ella los niega con humor. "No se trataba de un caballo sino de un Cadillac", dijo alguna vez.
De los escenarios se fue despidiendo poco a poco en el siglo XXI. Durante mucho tiempo sostuvo que no había nacido para morir sentada, pero orgullosa de su arte también sabe que no quiere "que me vayan a ver solamente por ser una viejita simpática".
Encarna un estilo de entrega en cada actuación. Su figura marcó también a las nuevas generaciones de cantantes, sobre todo a las mexicanas. En uno de los tantos tributos que recibió en los últimos tiempos ella señaló a quién cree puede ser su sucesora: Lila Downs. Una elección que quizás sorprendió en su momento, pero que encaja perfectamente en la parte que no se resalta tanto de su camino musical: el rescate del folclore mexicano. Esa veta fue la que eligió en "Cupaima" el que hasta ahora es su último disco, y su legado. Una bellísima producción en la que reinterpreta sus temas clásicos, como "La llorona", "Macorina", "Un mundo raro", "Piensa en mi" o "Somos" con instrumentos prehispánicos.
Casi a los 90 vive entre México y Costa Rica. Une sus dos lugares: El que la echó y el que la acogió. Une la nostalgia y la risa; la autenticidad y el coraje con los pasó por el infierno y consiguió la paz disfrutando la vida.
PALABRA A PALABRA
"Las mujeres con pasado y los hombres con futuro son personas interesantes".
"Frida esparcía ternura como flores, sí, como flores. Una gran ternura, una ternura infinita".
"Con Diego y Frida aprendí muchas cosas y dejé de ser ignorante, aunque mientras era ignorante fui muy feliz".
"Yo viví en la casa de Frida y Diego y conocí a Trotski. Diego me dijo que Trotski era comunista y yo le pregunté: 'Maestro, ¿es usted comunista?'. Y me contestó: 'Ya no lo sé'".
"Todo lo he hecho a sabiendas y no me arrepiento de nada. Ni de lo bueno ni de lo malo, ni de los momentos felices ni de las tristezas… Al final, tengo el alma llena de paz y tranquilidad".
"Lo que duele no es ser homosexual sino que lo echen en cara como si fuera una peste".
"Salí de los infiernos, pero lo hice cantando".
"Me llamaban valentona, indomable y arrogante, retadora como filo de puñal, pero jamás he odiado a nadie porque el odio acaba consumiendo la sangre".
"Nos enseñaban a utilizar armas: primero, una pistolita del 22, chiquita, y después una pistolota del 45. Se aprende que el arma mata y que hay que saber usarla, porque es para matar. Mi infancia fue tan solitaria que aquellas armas me hacían compañía".
"Quiero morirme un martes, para no fregarle el fin de semana a nadie. Nada pasa en martes, son muy aburridos".
Frases de Chavela Vargas extraídas de reportajes brindados a la prensa mexicana, española y argentina.
DiscografÍa
Piensa en mí
Boleros
Sentimiento de México (vol. 1)
De México y del mundo
Le canta a México
Volver, volver
Dos
Grandes momentos
Macorina
Colección de oro
Con la rondalla del amor de Saltillo
Para perder la cabeza, 2000
Las 15 grandes de Chavela Vargas
La dama del poncho rojo
Grandes éxitos
Para toda la vida
Discografía básica
Antología
Somos
Chavela Vargas
En Carnegie Hall
La llorona
Cupaima (2007)
Trabajos editados y reeditados desde 1991
SILVINA FERNÁNDEZ
sfernandez@rionegro.com.ar