LONDRES.- La canciller alemana Angela Merkel es una política que se siente cómoda en medio de las negociaciones por las formulaciones de los documentos en las cumbres, pero durante la reunión del G20 en Londres lució la mayor parte del tiempo visiblemente disgustada, aparentemente por la falta de apoyo que encontraba en algunos de sus interlocutores para ajustar la regulación de los mercados financieros.

Tanto más sorprendente fue entonces que finalmente la canciller lograra imponer su punto de vista. Las grandes potencias económicas mundiales aceptaron erigir una nueva arquitectura financiera.

Le preguntaron a Merkel si se había logrado domesticar al "monstruo", como se dio en llamar al sistema de bancos y seguros que llevó a la crisis actual. "Está siendo domesticada", contestó.

En la próxima cumbre habrá que revisar hasta dónde se llegó, agregó, pero el resultado de la reunión de Londres es, subrayó, "un triunfo de la cooperación global".

Los últimos días se registró un derrotero incierto a lo largo de las negociaciones de la cumbre.

Hasta el fin de semana pasado reinaba el optimismo en la delegación alemana: la meta fijada en la cumbre de Washington de noviembre pasado de adoptar medidas concretas para el control de los mercados financieros estaría cumplida, la temida controversia por los programas de coyuntura que quería incluir el premier británico Gordon Brown no tendría lugar.

Pero a medida que se acercaba el inicio de la cumbre en sí aumentaba el nerviosismo entre los diplomáticos alemanes. Uno tras otro rechazaban los borradores presentados por la presidencia británica, aduciendo que desde la óptica de Berlín se diluía el objetivo de crear una nueva arquitectura financiera.

Merkel apeló a un recurso antes nunca utilizado por ella en una cumbre: dramatizó la situación. Junto al presidente francés Nicolas Sarkozy."Queremos resultados que sean realmente un resultado y que modifiquen el mundo", continuó. Recién entonces comenzó a moverse la discusión.(DPA)