BUENOS AIRES (Télam).- Si Benjamin ´Bibi´ Netanyahu se convierte en el primer ministro israelí se prevé una conflictiva relación con Estados Unidos, dado que el líder del Likud se opone a la creación de un Estado palestino y al retiro de los colonos judíos de Cisjordania.
Aunque ganó 28 bancas en las elecciones del pasado martes -una más que Netanyahu-, la actual canciller Tzipi Livni, del gobernante partido Kadima, tiene escasas posibilidades de convertirse en primera ministra, ya que es débil para formar alianzas en un nuevo gobierno. El derechista Netanyahu, que fue primer ministro entre 1996 y 1999, posee una posición más cercana a los partidos religiosos y al ultraderechista Avignor Lieberman, del partido Israel Beitenu, quien se convirtió en el juez de la elección al lograr 16 bancas en el Parlamento israelí. Lieberman, que antes de la elección tenía 11 bancas de las 120 del Congreso (Knesset), es un ultraderechista que apoya la deportación de los árabes israelíes. Tras los comicios del pasado martes, la derecha controlaría hasta 64 escaños de los 61 que se necesitan en la Knesset para formar gobierno, mientras que Livni y sus aliados apenas obtendrían 57 bancas.
En una nota editorial, el diario israelí Haaretz vaticina que el presidente Shimon Péres elegirá esta semana a Netanyahu como primer ministro de Israel.
"La composición de la décimaoctava Knesset ofrece a él dos claras alternativas: un gobierno de derecha religioso o un gobierno de centro derecha", dice Haaretz en su análisis de la elección legislativa. El rotativo admite que si Netanyahu retornará a lo que se denomina las "raíces históricas" del Likud de no conceder tierra a los palestinos, enfrentaría una dura presión internacional que reclama reactivar el proceso de paz y detener la construcción de asentamientos israelíes.
La segunda alternativa, según el diario, involucraría a Kadima y quizás al Partido Laborista en un gobierno de unidad nacional, "aunque privaría a Netanyahu de su ideológico entusiasmo y haría difícil para él implementar las reformas que prometió". Aunque tienen fuertes diferencias con respecto al proceso de paz con los palestinos, tanto Livni como Netanyahu comparten una línea dura con respecto a Irán y al grupo islámico Hamas, que controla la Franja de Gaza. Netanyahu se opone a la creación de un Estado palestino señalando que los moderados palestinos serían demasiado débiles en el futuro para ser vecinos de Israel, ya que rápidamente sucumbirían como Líbano bajo el grupo iraní Hezbollah, o Gaza bajo Hamas.
En tanto, el presidente estadounidense, Barack Obama, espera con ansiedad la formación de un nuevo gobierno en Israel para trabajar en la búsqueda de una paz durable en la región. Sin embargo, hay quienes le reprochan a Obama no haber tenido un papel más activo en las recientes elecciones legislativas israelíes. Para el semanario británico The Economist, si Obama hubiera "hecho clara su posición de que Israel debe retirarse de Cisjordania e impulsar la creación de un Estado palestino, muchos israelíes hubiera emitido su voto a favor de Tzipi Livni". De todos modos, advierte que aunque Livni es mejor interlocutor de Washington, el camino para lograr la paz con los palestinos no sería sencillo debido a que existen "muchos obstáculos en el camino".