Néstor Kirchner cree que la suspensión del paro del campo es una consecuencia directa del plan de acción que tomó para vencer a los ruralistas. El santacruceño está convencido que la huelga agraria se postergó porque las "bases" chacareras le quitaron apoyo a la Mesa de Enlace.
El análisis que hizo el ala dura del Gabinete es que la dirigencia rural frenó las protestas por una cuestión política y otra económica: para los K, los chacareros quisieron evitar quedar demasiado expuestos no sólo frente a los habitantes de los centros urbanos que se conmovieron por la tragedia de Tartagal, sino que también debieron ceder a la presión de los productores, que quieren aprovechar el relativo buen precio de los granos en el exterior para comercializarlos en el corto plazo. "Las bases se cansaron. Querían vender ahora, con los precios en alza. Nosotros sabemos que buena parte de los chacareros está arrepentida de haber apoyado la huelga del año anterior: en ese momento los precios de los granos eran extraordinarios y muchos de ellos no pudieron vender su producción. Ahora los tiempos cambiaron y no quieren perder una buena oportunidad de ganar dinero", celebró un funcionario que habla a diario con Kirchner.
A fines del año pasado, el matrimonio presidencial decidió implementar nuevas medidas para el agro con un único fin: dividir a la dirigencia del sector e instalar la idea en el resto de la sociedad que el campo es uno de los sectores que más rentabilidad tuvo en los últimos tiempos, y que a pesar de eso sigue recibiendo ayuda oficial. Es por eso que declararon la emergencia agropecuaria, a lo que sumaron el reparto de millones de pesos en subsidios y de forraje gratis para los productores afectados por la sequía.
A pesar de que se trató de un triunfo político indudable, la postergación del paro del campo tomó por sorpresa al Gobierno.
En cambio, Néstor Kirchner fue uno de los primeros en celebrar: estaba reunido en su oficina de Olivos con el secretario de Transporte, Ricardo Jaime, cuando los canales de tevé anunciaron que los ruralistas daban marcha atrás con la huelga.
La orden que impartió, entonces, fue que los ministros dejen trascender que ahora sí, después de meses de confrontaciones, el Gobierno iba a aceptar reunirse con los ruralistas.