ZAPALA (AZ).- Seguramente el caso que desnudó con mayor crudeza la falta de una política seria en el control canino en la localidad de Zapala fue el de Siomara Calfinahuel, la pequeña de dos años muerta por una jauría el año pasado.
La criatura salió a jugar a la vereda como todos los días pero algo llamó su atención y se alejó unos metros más. Enseguida fue rodeada por varios perros hambrientos que la derribaron y le ocasionaron gravísimas lesiones que le provocaron el deceso casi en forma instantánea.
El dolor por esa muerte absurda encendió la polémica entre los vecinos y reavivó el debate sobre la responsabilidad en la tenencia, la necesidad de generar conciencia y hasta se discutió el controvertido modelo de control poblacional mediante la aplicación de la eutanasia.
Sin embargo, estos reclamos no alcanzaron para que las autoridades locales tomaran medidas urgentes en la prevención.
Desde muchos ámbitos se afirma que la falta de respuestas en el tratamiento de esta poblemática no es nueva en el ámbito municipal. De hecho, durante la gestión del ex intendente Raúl Podestá tampoco se generaron alternativas de solución a este problema ya que el Ejecutivo se mantuvo enfrascado en una discusión con el Deliberante sobre qué legislación se encontraba vigente en ese momento.