NEUQUÉN (AN/ACE) - Desde que se puso en marcha el juicio, Hernán Corigliano (defensor de Sergio San Martín y Jorge Molina Ezcurra) y Gustavo Olivera (querellante por Francisco Ledesma), entablaron un contrapunto que ayer, en las réplicas, se expresó con ribetes destacados.
Fue cuando el querellante comenzó su alegato apelando a lecturas para contestar, puntualmente, los pedidos de nulidad del juicio por vicios en la instrucción, particularmente la obtención de pruebas. El defensor, argumentando que se había acordado no leer, pidió al Tribunal que le exigiera atenerse a ese compromiso.
Si bien los jueces le permitieron a Olivera seguir leyendo, porque así había actuado con todas las partes, le impusieron un límite de tiempo -una hora-, lo que disgustó al abogado y de inmediato cuestionó al Tribunal e hizo reserva de casación.
Corigliano no disimuló las sonrisas y gestos irónicos hacia Olivera, que a esa altura puso en la mira de sus reclamos a los vocales. Y el presidente del cuerpo, Orlando Coscia, fue evidente, también se malestó por la reacción del querellante.