Apenas 24 horas después de la elección de Barack Obama como próximo presidente de EE. UU., empezaron a conocerse las batallas internas entre John McCain y su número dos, Sarah Palin, que arrojan luz sobre la difícil relación que tenían ambos líderes durante la campaña.
Según publicó ayer The New York Times, hubo una "guerra civil" en el seno de los republicanos con sus dos cabezas visibles enfrentadas en plena campaña electoral, que tuvo su momento más trágico a raíz de las declaraciones de Palin, vía telefónica, que hizo a un falso Nicolas Sarkozy sobre su hipotética candidatura a la presidencia. La gobernadora de Alaska no dudó del imitador del presidente francés, pese a su exagerado acento, y reconoció que se veía como presidenta en "ocho años". Esta entrevista de Palin cayó como un jarro de agua fría en el equipo de campaña de McCain, e incluso en el mismo senador, llegando a producir un cataclismo en el seno de la formación. Pero las tensiones venían por más frentes y surgieron desde mediados de setiembre. El equipo de campaña de McCain se enfrentó al de la gobernadora por la gran cantidad de dinero que se destinó para su imagen. El Comité Nacional de los republicanos gastó en setiembre más de 150.000 dólares en ropa, maquillaje y accesorios para Palin e incluso miembros de su familia.
El diario también destaca la preocupación de los asesores de McCain que se dieron cuenta que Palin se había convertido en un lastre del candidato en mitad de la campaña. Las polémicas declaraciones sobre política internacional o los errores sobre las atribuciones como posible vicepresidenta mellaron la imagen de la candidatura republicana, según reconocen las fuentes cercanas a McCain. Algo que se vio reflejado en las encuestas.