NEUQUÉN (AN/ACE) - "Quedate tranquila, que tu marido la sacó barata. Otros no la están pasando nada bien...". Con esas palabras uno de los acusados, Luis Farías Barrera, se dirigió a Isabel Rodríguez, la esposa de Oscar Paillalef, cuando le informó que su marido había sido trasladado (desde "La Escuelita") a la Unidad 9 y ya podía ir al visitarlo.
Isabel contó que cuando detuvieron a su esposo venía día por medio de Roca a Neuquén, en colectivo con sus hijas de 4 años y dos meses, a pedir por su marido. Siempre la atendió Farías Barrera, quien se "hacía el bueno", comparándolo con otro jefe militar, más recio, de quien dijo que pudo ser Oscar Reinhold, por las fotos que vio de él posteriormente.
La mujer contó que después de varios días pudo finalmente ver a su esposo en la U-9, al que encontró sumamente delgado, golpeado y con los ojos "como infectados". "Farías Barrera me dijo que lo trasladarían a Rawson, pero yo no alcancé a avisarle esto a mi marido", señaló.
El trato a los familiares de los detenidos en Chubut era riguroso. Viajaba, señaló, con las esposa de otro detenido de Roca, Enrique Teixido. "Nos obligaban a que citáramos a nuestros familiares como subversivos y nos allanaban en el hotel donde nos alojábamos", señaló.
"Secuelas siempre quedan. Miedo a ruidos de noche, a relacionarse con personas que uno no conoce. Siempre queda temor" después de una experiencia tan traumática como la vivida, dijo Isabel. "Uno de los recuerdos más feos es de cuando Farías Barrera, cuando lo íbamos a ver al Comando para pedir por mi hermano, nos decía que estaba 'metido con los montoneros'. Y sabía que mi hermano era, de siempre, peronista, pero nunca que estuviera en otra cosa", señaló Marta Rosa Bravo ayer en el juicio, al dar su testimonio de la detención y torturas que sufrió su hermano Benedicto.