NEUQUÉN (AN/ACE).- En la sala de audiencias de ayer no hubo espacio para la indiferencia mientras la madre de David Lugones relató al tribunal cómo fueron los "273 días que estuvo detenido" su hijo. "Farías Barrera era la cara visible del Ejército", dijo al salir del juicio.
Carolina Miggistich explicó que a los pocos días del golpe militar, y por una denuncia anónima de un tal Oviedo -a quien dijo no guardarle rencor- su casa fue allanada por los militares en Neuquén y que unos días después, sus dos hijos mayores detenidos en La Plata, donde estudiaban.
La mujer relató la intensa búsqueda sin respuestas por las comisarías de La Plata.
Especificó que no encontraba a su hijo David -porque se lo negaban- luego de que su segundo hijo fuera liberado tras el allanamiento en la casa que alquilaban con otros estudiantes.
Describió el calvario familiar por la ausencia del hijo mayor que sabían detenido, los infructuosos intentos de intermediación con los obispos y sacerdotes bonaerenses para tener una respuesta ante el secuestro injustificado de su hijo, pese a que iba con una carta de presentación del obispo neuquino, Jaime De Nevares. Ya en Neuquén y mientras su hijo permanecía en la cárcel de La Plata "a disposición del PEN", la mujer describió cómo en una oportunidad salió a la medianoche tras un llamado anónimo de quienes le decían que le iban a dar buenas nuevas sobre el traslado de su hijo hasta la zona. Fue un encuentro anónimo, de alguien que le pidió que no le mirara, y que le dio esperanzas falsas de un viaje próximo de su hijo detenido.
La madre de Lugones describió cómo el mayor Luis Alberto Farías Barrera le decía semanalmente en el Comando -a ella y su marido- que no había novedad del traslado de David hacia Neuquén. Carolina Miggistich dijo que se enteró "extraoficialmente" y por otro llamado anónimo de que David había llegado al Alto Valle y estaba en la U9, pero cuando fueron allí a buscarlo con su esposo "nos dijeron que no estaba más". Eran el tiempo en los que Lugones permaneció detenido - desaparecido en "La Escuelita". "Hasta que un día Farías llamó por teléfono a la casa y me dijo: pueden venir a buscarlo a las 11, en Cabral e Irigoyen".