-¿Cómo ve el comportamiento de la industria en general?
-Lo más positivo fue el franco proceso de recuperación de la actividad y otros sectores, la baja de las tasas de desocupación e incluso que muchos sectores alcanzaran niveles de saturación de sus capacidades productivas y un cuadro de situación que permitió en una primer etapa financiar algunas inversiones en actualización de líneas o adquisición de maquinaria con el propio giro de los negocios.
-¿Observa que este escenario se mantiene actualmente?
-El escenario actual es diferente a esos años de recuperación y crecimiento. Y tampoco es parejo para todos los sectores. Pero hay problemas comunes, como la inflación, que afecta el proceso económico, a las expectativas y principalmente a los sectores más desprotegidos y de ingresos fijos. Los cuellos de botella que existen en materia de provisión energética y en otros rubros que hacen a la infraestructura; el resurgimiento y el auge de impuestos distorsivos, como ingresos brutos, impuesto al cheque y retenciones; el aumento del costo del financiamiento, el costo creciente de insumos y materias primas; persistentes demandas de aumentos salariales no vinculados a aumentos de productividad y que por ende erosionan la competitividad y la rentabilidad.
-¿Cómo hay que actuar ante esta situación?
-Es importante atender los problemas principales a tiempo, porque para continuar creciendo necesitamos volver al círculo virtuoso de la inversión, el aumento de la oferta y la demanda. Hay que centrarse en la búsqueda constante de saltos de productividad para sostener la competitividad, además de consolidar los superávit fiscal y comercial para despejar incertidumbres del mercado.
-¿Qué análisis hace de la actualidad de la industria automotriz?
-Más allá de la interesantísima recuperación del mercado automotor argentino, otro factor clave que sustenta el ciclo de crecimiento del sector, tanto en términos de volúmenes de producción y de exportaciones, es el importantísimo crecimiento del mercado automotor a nivel regional, con un peso pesado como lo es Brasil que viene creciendo a un ritmo más del 20 por ciento anual.
Con este mercado regional de más de 3 millones de unidades, si logramos asegurar escenarios futuros medianamente razonables y evitamos nuevas crisis, las terminales radicadas en el país tienen mucha actividad por delante, con inversiones en incremento de las capacidades instaladas, en modernización de líneas de producción y en asignación de nuevos modelos.
(ABA)