Algo estremece al poder. La economía vuelve y la política exige reacciones.
Un nuevo debate salarial -más temprano que tarde- despabilará a la gestión provincial.
El gobierno sigue en su mundo. Construye su mayor oposición y se paraliza en las conjuras y sospechas que el mismo oficialismo genera. Dos o más fracciones políticas conviven aún en el poder, con proyectos distintos como su única razón de ser.
Regresa el reclamo salarial. Hay motivos. El índice oficial de precios en Río Negro es el principal argumento. En un año -según el sondeo en Viedma de mayo pasado respecto del 2007- subió casi el 39 por ciento. Se trata de un repaso de un centenar de productos y servicios, que pondera por igual al pan, la leche o la carne como al casete y al termómetro. Cuestionable, pero es la única referencia oficial existente en la provincia.
Su valor se percibe cuando el gobierno rionegrino limita -cada vez más- esa información. Ya no se informa del índice acumulado. Esta restricción se origina en la exigencia nacional de que Río Negro suspenda esta medición, que institucionaliza la falsedad de los datos del INDEC.
El dato interanual de precios creció un 38,77 por ciento y, en igual período, el alza del salario público promedió el 27 por ciento.
Un testimonio poco redistributivo: los mayores porcentajes corresponden a los organismos con mejores sueldos, como los órganos de control interno y externo. Sus alzas oscilaron entre el 36 y el 42 por ciento. Ellos interpretan y fijan sus políticas remunerativas. Los beneficios claramente se advierten.
Unter encabezará la reapertura de la puja salarial y la expondrá en la paritaria del miércoles.
El debate no es preocupante. El riesgo lo exhibe el inestable teatro actual. La reunión peligró entre la fluctuación gremial y la dispersión oficial. Trabajo y Unter fijaban la fecha de la paritaria cuando Educación retiró las licencias y desplazó a esos delegados gremiales del departamento de Salud Escolar. Fue inoportuno. Unter contrarrestó: ocupó el edificio de Trabajo.
El curso de las licencias docentes explica tanto destemple. El crecimiento de esa partida en julio -en pleno receso escolar- derrumbó el optimismo oficial, alentado inicialmente en el resultado parcial del trabajo de los auditores médicos.
En plena ocupación, Saiz rechazó cualquier concesión en favor de Unter. Luego, el gremio abandonó Trabajo, pues peligraba la paritaria.
No habrá propuesta salarial. Sí hay temor del gobierno de que la conducción de Unter priorice la metodología de las tomas frente a la ineficacia de los últimos paros. Un futuro de vaivenes.
UPCN garantizará la serenidad gremial.
Nunca confrontó y, ahora, la organización de Juan Carlos Scalesi necesita -como nunca antes- del Estado. Saiz también requiere de la tradicional comprensión upeceísta. Minimizó la rebeldía por el voto negativo a las retenciones del diputado Scalesi, que ahora promete consulta permanente y un alineamiento diferente. No estará en el bloque K pero tampoco de la embrionaria bancada del "cobismo" aunque le envío una adhesión. El gremialista propuso un bloque a la rionegrina con Hugo Cuevas. El gobernador lo desactivó. Pide sólo lealtad en Río Negro.
Maltrecho con la embestida del ultrakirchnerista Andrés Rodríguez (líder de UPCN), Scalesi goza de la fraternidad gubernamental y las cuentas del gremio siguen en su poder, a pesar de
la intervención planteada. Esta maniobra de Rodríguez quedará limitada al envío de Hacienda de un 20 por ciento de esos fondos a la organización nacional.
Scalesi se serena y Saiz también. Ayudas mutuas.
El socorro a socios gremiales también operó para la continuidad de Rubén Belich en la conducción de la CGT rionegrina. El justicialismo pensó en un propio y alentó al dirigente de la fruta, Rubén López, con innegable respaldo al senador Miguel Pichetto. Actúo el líder cegetista Hugo Moyano para la postergación de la elección. Belich resistió y el gobierno de Saiz colaboró. Aportó el apoyo del mercantil Walter Cortés y el gastronómico Ovidio Zúñiga. Belich continúa al frente de esa organización, que ya es más oficialista que nunca. El último gesto gubernamental a la CGT: la creación del área de Transporte de Cargas.
Aliados gremiales frente al derramamiento de intereses radicales. Las conjuras se multiplican. Algunas podrían emerger próximamente frente a las diferencias que se reproducen.
La mudez de debate y la inacción alientan su propagación. La gestión persiste en esta fase.
La sospecha interna explica por qué Saiz no firmó aún el proyecto requerido por Hacienda hace un año para unificar las cuentas bancarias del Estado, buscando evitar el costo que se paga al Banco Patagonia por descubiertos ocasionales.
Hay otros casos suspendidos en la dualidad oficial. La firma del convenio por parte de Saiz del 82 por ciento para la Justicia, pero que el bloque radical considera inconveniente. La reciente promesa electoral de transferir el poder concedente eléctrico al municipio de Bariloche que concibe fuertes discordias internas para su efectiva concreción.
Dispares tramas políticas se gestan en la ofensiva de la defensora del Pueblo. La pasividad pública expuesta por el vicegobernador lo hace acreedor de los recelos mayores. Ni Ana Piccinini ni Bautista Mendioroz ocultan el contacto que los une y que -consecuentemente- los aísla del cosmos gubernamental. Labor Parlamentaria rechazó su presencia y limitó a la defensora a la elevación de un informe escrito de sus denuncias. Ya lo hizo pero para la Legislatura no se justificó su difusión oficial. ¿Un cuidado exagerado para que no parezca lo que es?
Piccinini no terminó con lo suyo y ampliará sus presentaciones contra otras áreas.
¿El gobernador continuará ajeno? Saiz maldice la actitud de Piccinini, pero lo hace por embestidas personales. Actúa de foráneo frente a las críticas y denuncias hacia sus directos funcionarios.
Reduce cada situación a lo individual. Esa reacción lo replica en la negociación encarada por el senador Pablo Verani para la normalización de la UCR intervenida de Río Negro. Saiz exige que se le levante la sanción y poder así participar en la elección partidaria.
Otra respuesta llegará del gobernador cuando el martes se reunirá con el jefe de Gabinete, Sergio Massa. Será otra señal de su reafirmación al kirchnerismo.
El oficialismo sigue ceñido al mando personal. Es un lujo que la oposición siempre le permitió.
¿Carlos Soria podrá modificar algo desde la conducción justicialista? Desde ayer conduce ese partido. ¿Sostendrá su estilo y trato personal, más proclive a sumar enemigos que adeptos a su proyecto? Se tomará un tiempo. Postergó la integración del Congreso para setiembre, buscando superar diferencias en la designación del nuevo presidente.
Reafirmará la visión interna y la estrategia frentista quedará para después. Los obstáculos están en la sociedad con el Frente Grande de Julio Arriaga. Tienen que clarificar quiénes son. ¿Dónde estará el intendente cipoleño Alberto Weretilneck?preguntan en el justicialismo.
Es lógico. Unos y otros quieren saber con quiénes cuentan. Es la única duda que la política no puede permitirse.
ADRIÁN PECOLLO
pecollowa@yahoo.com.ar