Con la consigna "mirar para adelante", el gobierno procura neutralizar el enojo de los dirigentes agrarios -así, el mandatario Daniel Scioli, cruzó a Eduardo Buzzi, de la FAA, cuando éste insinuó la vuelta a las rutas- y de un establishment económico, nacional e internacional, que descree de los números inflacionarios oficiales y vuelve a menear la posibilidad de una cesación de pagos.
Ahora, que detrás del campo ganador todos empiezan a animárseles a los Kirchner, la presidenta Cristina Fernández retocó el estilo K -nada de gritos- y se mostró flexible y dialoguista frente a los reclamos, movida más por las circunstancias que por un convencimiento sincero.
Con el vicepresidente Julio Cobos va creciendo la brecha separatista. El Congreso -lo que debería ser normal- recuperó su protagonismo y la oposición tomó nuevos bríos, acompañada por peronistas renuentes a votar leyes a libro cerrado. El nuevo test institucional que se avecina, en tal sentido, es el de la reestatización de Aerolíneas Argentinas. Prueba que desde el inicio enciende luces amarillas: el jefe de Gabinete, Alberto Massa, en uso de los superpoderes destinó casi 300 millones de pesos a cubrir el déficit operativo de la compañía del grupo español Marsans.
En el plano partidario, con una virulencia desconocida en él, Eduardo Duhalde comparó los modos de Kirchner -a quien ayudó a llegar a la Presidencia en el 2003, algo que no debería olvidarse- con los de Hitler o Mussolini.
Abriendo sedes del Movimiento Productivo, "Negro" recorre el país. Su favoritismo manifiesto por el jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri, avivó la reacción del cordobés José Manuel De la Sota, quien al igual que el chubutense Mario Das Neves, trabaja para ser candidato presidencial en el 2011.
Después de este fin de semana largo deberían conocerse los cambios, que incluirían el desplazamiento de Guillermo Moreno en el cuestionado Instituto de Estadísticas y Censos y, que sí, que no, el encumbramiento de un ministro de Economía con personalidad, no sometido a las directivas de Néstor Kirchner y capaz de recuperar la iniciativa, con eficacia y credibilidad.
"No hay con quién hablar", recitan hasta empresarios y dirigentes sindicales de buena convivencia con el gobierno, al referirse a Carlos Fernández, pronto a ser reemplazado. En la danza de nombres figuran Mario Blejer y Martín Redrado. De ser éste el elegido, será el peronismo el que puertas adentro protestará. "Otro más de la Ucedé", refunfuñan en referencia a la procedencia de éste y de Massa.
Redrado se acercó a Cristina y le trazó un cuadro optimista: le dijo que los pilares de la economía están sólidos, que no hay en el horizonte inmediato cuestiones financieras graves, que las reservas del Banco Central son sólidas y que la recaudación, a pesar del traspié por las retenciones, viene bien.
"Nadie hace beneficencia", le subrayó y mencionó inversiones de Honda, y de brasileños, principalmente en el rubro textil, y la apertura de 12 nuevos supermercados de la firma estadounidense Wal Mart.
Redrado frunció el ceño cuando expuso sobre las presiones inflacionarias y el atraso de las tarifas. Algo hay que hacer, rogó. Sin castigar a los sectores populares, habría concedido Cristina.
Con un crecimiento importante, aunque menor a los años precedentes -se estima para el 2008 un 6,5%-, pidió indicadores nuevos para medir la inflación, siguiendo los consejos de Aldo Ferrer, más preocupado por la enfermedad que por el termómetro que controla la fiebre.
En el propio kirchnerismo se escuchan críticas a los desbordes del pingüino hoy silenciado. "Antes, hiciéramos lo que hiciéramos, nos salía bien y nos aplaudían. Hoy es al revés", expuso uno de ellos que reconoció que tanto en la oposición como en el mismo justicialismo lo central pasa por tomar la mayor distancia para aprestarse a la pelea que viene con el gobierno.
La última embestida de Cristina fue contra las calificadoras de riesgo, que le bajaron la nota al país. "Tal vez nunca nos perdonen cómo negociamos la deuda externa y recuperamos la autonomía nacional en materia económica", señaló y les endilgó hacer la vista gorda frente a los problemas hipotecarios de los Estados Unidos.
Aquí, "Lilita" Carrió auguró un final de fiesta que "se pagará caro". Afuera, desde Wall Street, el experto Walter Molano hizo otro planteo apocalíptico: "Ya no es una cuestión 'si' los Kirchner serán derrocados sino de 'cuándo' lo serán".
Quizá los discursos fatalistas sean un tanto exagerados, como son los argentinos, acostumbrados a los cíclicos cimbronazos con derrumbe de mampostería.
¿Qué será de la vida de Kirchner? Se replegó un poco, no se apartará.
Uno de los pocos que lo frecuenta tuvo un acto de sinceridad: "El día que Cobos reveló su voto no positivo en el Senado, terminó tu (segundo) mandato".
ARNALDO PAGANETTI
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