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	Tres momentos de la jornada de ayer: a la izquierda, incidentes en la catedral; arriba, el emotivo acto en recuerdo de Carlos Fuentealba en el CPEM23, y abajo la polémica irrupción durante el homenaje al General San Martín, en pleno centro de la ciudad.

NEUQUÉN (AN).- La de ayer fue una jornada llena de emociones. Las actividades del encuentro nacional de mujeres fueron cerrando a medida que se acercaba el horario en el que una marcha cargada de tensiones, reclamos y reivindicaciones pidió en Neuquén que se termine la violencia contra la mujer, en todas sus formas, y que se reconozcan sus derechos como iguales a los hombres.

Al cierre hubo incidentes frente a la catedral neuquina, con pintadas contra la iglesia, destrozos e insultos a otro grupo que los esperó rezando en las escaleras del edificio. Fue el momento en que la tensión se hizo violencia, verbal y física, que terminó con la intervención de la policía.

Una columna de unas ocho cuadras que, ya iniciada la marcha, cerca de las 19, se extendió desde calle Doctor Ramón en dirección al centro, hasta Belgrano y, de allí al oeste, hasta Brown, en dirección a la Casa de Gobierno de la provincia.

El lugar de convocatoria oficial había sido la plaza de las banderas, pero la tarde de ayer, como durante todo el fin de semana, tuvo en el paisaje urbano de la ciudad otro fenómeno: el de los pequeños grupos de entre 10 y 15 mujeres que se agrupaban en las esquinas. Con ese mismo método, como ocurrió en los talleres de la 23 edición del encuentro nacional, sumaron valor, debatieron y aprendieron sobre sus derechos, pero también de las realidades que cada una de las participantes vive a diario en sus provincias y ciudades. En las charlas cara a cara confrontaron vivencias y compartieron consignas: "Ni puta ni santa. Soy Mujer", fue sólo una de las decenas de frases que fue dejando a su paso la manifestación.

Cuando la marcha llegó a la catedral neuquina, la tensión que hasta el momento se había percibido en las pancartas, cartelería y cánticos, se focalizó contra un grupo religioso de no más de 100 personas contrarias al aborto y que se autodefinen como "en favor de la vida". Al principio el cruce fue sólo verbal: mientras que desde las manifestantes que participaron en el encuentro nacional se gritaban consignas a favor del aborto legal y de la libertad de decidir de las mujeres sobre su cuerpo, desde las escaleras de la catedral neuquina se respondió con un Ave María reiterado y constante. Las dos formas elegidas irritaron al sector opuesto.

Previendo la situación, antes de que las mujeres llegaran al centro de la ciudad, el obispo Marcelo Melani pidió al grupo que de personas que se había convocado en la catedral que se retirara o que, al menos, ingresara al edificio, para evitar un enfrentamiento o reacciones cruzadas. Con una bandera argentina que tenía inscripta la frase "Neuquén elige la vida", el grupo se mantuvo la puerta del edificio. Cuando la marcha retomó la Avenida Argentina luego de manifestarse frente a la Gobernación, ya Melani había desistido en sus intentos por evitar el encuentro entre los dos grupos.

El saldo fueron pintadas y vidrios rotos en el frente de la catedral, la bandera del grupo de católicos quemada y más tensión, que creció con los rezos de un lado y los gritos y cánticos en respuesta -también escupitajos y pantalones bajos- y que recién se disipó cuando unos diez policías se posicionaron entre los dos sectores.