El sistema de libertad vigilada fue implementado en la provincia de Buenos Aires en 1997 y pese a que el sistema utilizado se lo llama "pulsera magnética", se trata de una especie de anillo que se coloca en el tobillo del preso que es excarcelado.
El artefacto tiene un transmisor que emite una señal que es recibida por operadores del Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB) y que le permiten determinar la localización de la persona y saber si viola la detención domiciliaria.
Una vez colocada la tobillera, el detenido tiene un radio de movimiento que está acotado a la cercanía de su domicilio y que, si no lo cumple, pierde el beneficio.
Si la hebilla con microchip se aleja más de 50 metros de la base, se dispara una alarma. Si la base es trasladada o violentada, también suena en la central. Entonces, los operadores de la firma se contactan vía telefónica con los funcionarios encargados del SPB. Para los casos de cortes o interrupciones de luz o teléfono la herramienta tiene una batería que le otorga autonomía de varias horas. Cada una de estas variaciones u otros movimientos (como las visitas al juzgado o a controles médicos) quedan marcados en la memoria de la HMRU.
El sistema no sólo fue ideado para aplicarse a los presos que cometieron delitos menores, sino también a aquellos que padecen problemas de salud o a los que a pesar de haber cometido delitos graves puede acceder a la libertad condicional. Hasta el viernes, el SPB registraba 301 personas bajo ese régimen.