Como si se tratara de un religión instituida, el último filme de "Los Expedientes X", nos pide creer para ver. El eslogan de esta nueva producción recuerda ciertos pormenores fanáticos: "Quiero creer", indica. La frase fue sacada de un poster que tenía Fox Mulder en su desordenada oficina del FBI allá por los años noventa cuando todavía era un buscador de extraterrestres un poco naif.
La intensa campaña publicitaria tampoco ahorra en esfuerzos espirituales. Una y otra vez los trailers insisten con variaciones del eslogan principal. En uno de ellos puede leerse en letras blancas sobre fondo negro: "Para encontrar la verdad debes creer". Este "debes" nos persigue como una sombra.
Lo perentorio del concepto no hace más que evidenciar los miedos y las numerosas preguntas que se tejen detrás de este proyecto cinematográfico.
Han pasado diez años desde que "Los X-Files" tuvieron su estreno en el cine y 6 desde que la serie llegó a su final en la televisión. ¿Le seguirán siendo fieles los que con devoción la sintonizaban semana a semana? ¿Habrán cosechado sus viejos capítulos en internet nuevos adeptos?
Aunque la primera versión para cine de "Los Expedientes X", no logró conformar en cuanto a su calidad e inteligencia, si se transformó en un batacazo en materia de taquilla: en los Estados Unidos recaudó 84 millones de dólares.
Por supuesto, el fenómeno de la película estuvo respaldado por el éxito de la serie. El filme se estrenó durante la quinta temporada, su momento más alto.
Tan fuerte fue el efecto en cine, que los aficionados comenzaron con creciente insistencia una segunda parte.
Hubo sitios de fanáticos que postearon páginas completas a exigir la secuela. Uno de ellos -www.xf2themovie.com- aseguraba el año pasado: "We have already Fought The Future 8 years ago, waited almost 5 years without Scully and Mulder but, NOW, we NEED a new MOVIE!". No hace falta la traducción.
La cantidad de sitios en internet dedicados a revisar la serie hacen pensar que la llama sagrada del fanatismo sigue viva. Por supuesto, todas estas son especulaciones. En una especie de broma interna -o desliz psicoanalítico- la propia Dana Scully asegura en un momento de tensión del filme: "Estoy harta de perseguir monstruos en la oscuridad". Productores y actores en el fondo ruegan porque la gente no opine lo mismo.
Tanto Gillian Anderson como David Duchovny fueron absorbidos por la fuerza centrífuga de la serie. Su éxito se convirtió también su maldición. Ninguno de los dos logró capitalizar por completo su popularidad en el cine o en otras series. Duchovny fue quien más pujó en su momento por distanciarse de la saga. La calidad de las películas que protagonizó no lo acompañaron. Recién hace unos meses con "Californication", recuperó terreno, hasta hacerse de un nombre que no huele en lo absoluto al de su alter ego Fox Mulder. Bueno, quizás exageramos un poco.
Anderson, no lo hizo mal. Trabajó en Uganda, en la adaptación de la novela "El último rey de Escocia" junto al actor Forest Whitaker. En 2007 estrenó dos películas: "Straightheads" y "No One Gets Off In This Town". Pero, siendo francos, su vida artística dejó bastante que desear.
Carter en el sillón del director
Esta vez, Chris Carter, el creador de "Los Expedientes", se puso la producción al hombro y no sólo escribió el guión sino que también se hizo cargo de la dirección del filme.
De la nueva trama se sabe poco. Los responsables han dejado filtrar el secuestro de una mujer que fue víctima de diversos experimentos -acaso con virus extraterrestres- y la aparición de un sacerdote, Joe, quién ha establecido una conexión psíquica con ella. El resto es historia conocida: Mulder y Scully, quienes a pesar de la oposición de los que siempre están en contra, deciden indagar en un caso típico de un Expediente X. Esta vez, por fin, el argumento juega con la relación más íntima entre los protagonistas.
Más allá de los resultados de la flamante película, que se estrenó este fin de semana en los Estados Unidos, "Los Expedientes X" dejaron un legado que reconocen entre otros, los creadores de la exitosa "Lost". Por muchos años será difícil salirse por completo del molde.
"A nosotros nos corresponde vivir esto como si fuera un hecho individual, único. Si somos afortunados y la película lo hace realmente bien, podríamos llegar a tener conversaciones acerca futuros filmes", explicó hace unos días Anderson en una entrevista con Anthony Breznican, del "USA Today", dejando abierta la posibilidad de una tercera parte.
En la misma entrevista, Duchovny apuntó con ironía: "Cuando publicitamos el primer filme salimos a decir que no era necesario conocer la serie para entender la película. Lo cual era totalmente mentira. Sin embargo, esta vez no es así". Sobra aclarar que miente.
Para Duchovny, el secreto de la serie es bastante simple. "La naturaleza humana no cambia. Somos similares a quienes vivieron hace 300 años. Estamos interesados en los mismos mitos y estamos lidiando con antiguos miedos. Más allá de que los dioses o los monstruos existan, es fundamental que la gente quiera creer". De este modo, la voz de Duchovny cierra el círculo sagrado.
Las dudas acerca del éxito o el fracaso no son injustificadas para los Expedientes. En los seis años que lleva ausente del aire muchas cosas han cambiaron. Una de ellas, es la manera en que la sociedad observa los fenómenos sobrenaturales. La proliferación en televisión y en internet -léase Youtube- de videos, filmes, producciones, e investigadores de toda calaña afirmando o negando tales experiencias ha saturado el tema. Ya no hay secretos.
No casualmente volvieron a florecer los superhéroes. No ya como una de las metáforas de la realidad, o la corporización de un mito sino como la prueba simpática, fehaciente, de que no estamos hablando en serio.
Los superhéroes son un chiste bien logrado, riamos juntos.
Tres años a la fecha, "Lost" vino a modificar la percepción del tópico paranormal. Durante sus primeras dos temporadas, los productores de la serie aseguraron incluso que no se aferrarían a una idea disparatada para justificar el lugar y las circunstancias en las cuales estaban envueltos sus protagonistas. Por supuesto, finalmente sus autores debieron ampliar el concepto hacia un territorio discutible: un quiebre en el espacio-tiempo, un experimento científico que abrió una brecha de energía. Algo.
"Los expedientes", aun apelan a una fe colectiva que las series de hoy ya no necesitan. La fuerza impulsora de su boom estuvo sustentada en parte en un hecho de la realidad: los supuestos expedientes clasificados del FBI. Creyentes e incrédulos al menos podían coincidir en este punto: tal vez, existían.
Hacia el cierre de la serie, luego de 9 años, el secreto había sido develado por los protagonistas de carne y hueso de las cotidianas trifulcas de inteligencia. Los agentes del FBI y las agencias de Seguridad Nacional, ante la requisitoria obsesa de los periodistas, revelaron que les hubiera encantado pero que, no, jamás existieron unos archivos de ese tipo. ¿De otro tipo?, esos si. Top secret.
Después aterrizaron los superhéroes pixelados, y las series como "Lost", que pueden explicar lo inexplicable a partir de la fusión del átomo. ¿Sobrevivirán Mulder, Scully y sus ET a las nuevas generaciones de incrédulos?
Este archivo comienza a abrirse en las próximas horas.
