El conflicto del campo y el cimbronazo del voto de Cobos se cobraron una nueva víctima del gabinete de Cristina: el "superministro" Alberto Fernández. Antes fue el jefe de Economía Lousteau y, recientemente, el secretario de Agricultura, De Urquiza.
Algo sugiere que vendrán algunos cambios más. Pero, ¿serán los esenciales para remontar la imagen que Cristina tiene por el piso? ¿Son las que la oposición y buena parte de la sociedad reclama? No parece.
Como ya ocurrió cuando asumió Fernández de Kirchner, los más controvertidos del equipo -Guillermo Moreno, Julio De Vido y Ricardo Jaime, entre otros- son los intocables de Kirchner. Por más empeño que pongan algunos miembros del gabinete en exorcizarlos a sabiendas del daño político que generan, difícilmente lo conseguirán.
Estos funcionarios están enquistados en el poder. Sea por haber contribuido a edificar un palacio de mentiras estadísticas, por formar parte del riñón de los negocios millonarios del Estado, por conocer los intersticios del "doble comando" o por haber fungido como fuerza de choque, estos hombres están destinados a permanecer. Digitan la inflación, manosean el presupuesto, direccionan subsidios y reintegros... Forman parte de toda una cultura política inaugurada en 2003. ¿Quién se animaría a sacarlos?
Alberto Fernández era precisamente quien más impulsaba la oxigenación. Apuró su renuncia, que ya tenía digerida por su estrés y alta-frustrante exposición durante el conflicto del campo, y quiso arrastrar otras dimisiones junto a la suya. Sólo consiguió ayer enfurecer al matrimonio, que necesitaba tiempo para pensar cómo salir del atolladero tras los golpes recibidos. Cristina se vio obligada a buscar un auxilio de emergencia -Massa- y se lo encontró su esposo.
Fernández era, además, protagonista de la interna más cimera del gobierno con De Vido (como Lousteau la entabló con Moreno). Enfrentamiento subterráneo entre quienes respondían a Cristina y quienes eran ciegos fieles de Kirchner. Ahora entra Massa, hombre mimado por Néstor. ¿Significa entonces que se impone el ala del ex presidente? Tan probable como que, de plantearse más renuncias, los "albertistas" llevarán las de perder.