BUENOS AIRES (ABA).- En un marco de agudo contraste social y de consignas - lo que dejó expuesta la existencia de dos Argentinas -, el campo podrá ufanarse de haber doblado en número, por lo menos, en los actos callejeros de ayer, a los manifestantes que se encolumnaron detrás de Néstor Kirchner.
Sin embargo, no tenía asegurado un final favorable en la votación clave que tendrá lugar hoy en el Senado.
Las invocaciones a la apertura de "oídos y corazones" y a una plaza de la unidad, sonaron falsas en un contexto de confrontación y modelos de desarrollo diametralmente opuestos.
Kirchner le enrostró desde su palco a De Angeli "un caradurísmo increíble", lo que desató insultos entre la multitud K contra el dirigente chacarero. Insistió además que del otro lado, estaban quienes "quisieron destituir" a la presidenta Cristina Fernández.
Los dirigentes agrarios denunciaron "aprietes" sin hacer nombres, y saltaron para no ser tomados como "pingüinos".
Kirchner juró que "respetará la decisión del Congreso sea cual fuera". Y su contraparte Mario Llambías, se manifestó proclive a solucionar el conflicto, pero no se privó al mismo tiempo de exigirle a los senadores que "pongan huevo".
Al cabo de la jornada de hoy, se verá si los llamados a apaciguar los ánimos fueron ciertos o solo un artilugio para continuar el pleito por otras vías.