La declaración de Corea del Norte sobre su programa nuclear puso de relieve un giro en la posición del presidente estadounidense, George W. Bush, otrora inflexible con el régimen de Pyongyang y actualmente a la búsqueda de un éxito diplomático antes de dejar la Casa Blanca.

La decisiva cuestión de las armas nucleares secretas norcoreanas ha sido dejada a un lado y, para llegar a un acuerdo, la atención pasó a los equipamientos, las instalaciones y los materiales, subrayan los expertos. "Parece que hay entusiasmo por parte de la administración Bush de llegar a un acuerdo aunque no sea completo", comentó Bruce Klingner, un ex funcionario de la CIA especialista en Corea del Norte.

La administración Bush incluyó inicialmente al régimen comunista en "el eje del mal", junto a Irán y al Irak de Saddam Hussein. "Son deliberadamente vagos para alcanzar los acuerdos, pero el problema es que esa vaguedad juega en su contra y permite diferentes interpretaciones", señaló Klingner, quien trabaja ahora con la Heritage Foundation.

Luego de un retraso de seis meses, Corea del Norte entregó la declaración de sus programas nucleares a China, que preside las conversaciones multilaterales entre seis países.

Aunque la declaración de Corea del Norte reviste importancia, es sólo un paso hacia la desnuclearización de la península coreana, apuntan analistas. Jon Wolfsthal, experto nuclear del Centro de Estudios Internacionales y Estratégicos de Washington señaló que, si el objetivo final es asegurarse de que Corea del Norte no posea armas nucleares y no pueda producirlas, la declaración debería abarcar todos los programas nucleares, incluido el uranio. Ahora bien, la declaración no aborda el armamento, sino sólo los materiales, las instalaciones y los equipamientos nucleares. Según el ex inspector de armas nucleares de la ONU David Albright, Pyongyang "ya ha hecho trampas en el pasado".

P. PARAMESWARAN