La violencia se puede manifestar de tantas formas como violentos existen. Con la industria de los barras algo más custodiada después del encarcelamiento de Di Zeo y los Schlenker, lo peligroso ahora es la sensación de impunidad que se ha hecho carne en el simpatizante común.

"El clima hostil conspira contra el juego, no se puede jugar así. Eso genera equivocaciones". Juan Manuel Llop es uno de los tantos entrenadores que en el fútbol argentino padecen la ira constante del hincha. Ellos y sus jugadores.

Hace algunos días Ramón Díaz recibió todo tipo de insultos y agresiones de los hinchas de Huracán y, en una reacción poco feliz, decidió contestar "devolviéndoles" una varilla. Siete días después, la situación se repitió pero en el Nuevo Gasómetro y con Antonio Mohamed como blanco de las agresiones. El "Turco" levantó una botella de plástico, que de proyectil contra su persona pasó a ser una burla acerca de la poca suerte copera del "Ciclón". Otro actitud que daña el espectáculo.

Es cierto, ni Díaz ni Mohamed estuvieron acertados, pero también es verdad que el hincha no puede creer que por pagar una entrada tiene derecho a hacer y deshacer. La impunidad impera. Habrá que rezar para que el clásico de Avellaneda termine en paz.