Se levantan a la madrugada. Desayunan con otros 40 chicos mientras un ómnibus los espera para ir al Colegio Don Bosco. Regresan, almuerzan y se ponen la camiseta del Barcelona, la misma que usa Lionel Messi. Pablo Molina (Cutral Co, 1994), Ángel Soto (Andacollo, 1995) y Darío Leonel Martínez (Cutral Co, 1996) forman parte del Fútbol Club Barcelona Luján Juniors, el anzuelo que hay en San Justo, Buenos Aires, para pescar al nuevo Messi.
Molina tiene 14 años, juega como volante por izquierda y llegó a Buenos Aires en febrero del 2007. "Ya estoy adaptado. El año pasado estuve a punto de irme por el tema de la escuela y porque extrañaba. Pero ya se me pasó. Este año ya hice un grupo de amigos y, aunque todavía me cuesta un poco, en el colegio me va bien. Allá también me costaba pero no tanto como acá... es que soy vago", confiesa y se sonroja.
El zurdo, que admira a Messi y al portugués Ronaldo, jugaba en Alianza hasta hace un tiempo y hoy es una de las mayores promesas. Recuerda que luego de tres partidos quedó seleccionado para formar parte del proyecto del Barcelona, aunque lo más difícil fue convencer a Cristina.
"Mamá no quería saber nada. Mi viejo sí quería. Les pedí que me apoyen y lo hicieron, porque yo estaba buscando eso: que me elija un club para prepararme a Buenos Aires. En Neuquén es muy difícil", cuenta Pablo, que soñaba con River, club que ama. "Nunca me imaginé que iba a estar en el Barcelona. Ahora sueño con jugar en España, estoy mentalizado para eso. El objetivo es llegar lejos: quiero jugar en el Barcelona, es mi sueño", se ilusiona Molina, seguido de cerca por ojos catalanes. "Está muy bueno estar acá. Aprendés un montón de cosas. Cómo posicionarte en la cancha, de qué manera jugar, qué hacer en diferentes situaciones. Creo que con esfuerzo puedo llegar", se entusiasma.
A Soto, de 13 años, le dicen "Ratón", por Fabián Ayala. El año pasado jugaba en el barrio hasta que lo vio Juan Uribe, director de Sólo Fútbol, que lo llevó a la selección de Neuquén. "Vinimos a probarnos a Buenos Aire y quedé. Me acuerdo de que fue muy bueno ese día. Se sentía todo diferente. Acá es otro mundo. Eran varias pruebas en una semana y estaba re nervioso. Anduve bien por suerte", comenta con timidez.
Soto está en la pensión desde enero pasado y ante actuaba de volante por izquierda. "Acá me hicieron jugar de 6 y la verdad es que me siento cómodo en esta posición", asegura.
Consultado por "Río Negro" acerca de quién es su referente, el "Ratón" no duda: "Miro mucho a Milito y quiero jugar en el Barcelona como hace él. Ése es mi sueño. Pero igual mucho no me gusta pensar en el futuro, prefiero mirar a corto plazo. Mi objetivo ahora es rendir bien en la escuela y futbolísticamente. Acá me tratan muy bien y la paso bárbaro", dice y, con un gesto, señala las instalaciones de La Candela. "El predio es muy lindo y todo lo que necesitamos lo tenemos acá. Una sola cosa, por ejemplo, es lo increíble que son las canchas. Aprendí un montón de cosas, más de la mitad de lo que sé me lo enseñaron acá", asegura.
Darío Martínez tiene 12 años y fue el último en llegar: está en Buenos Aires desde marzo. Como Soto, también es zurdo y juega de segundo central. En Neuquén defendía los colores de la escuela Sólo Fútbol. Fue recomendado, tuvo una prueba y quedó seleccionado. "Por suerte con un solo partido alcanzó", ríe con timidez.
La familia del pibe está muy contenta. Aunque en un principio la reacción de sus padres fue dispar. Contra lo pensado, era su papá el que no quería que Martínez se mude a La Candela, mientras que su mamá estaba entusiasmada. Después de ser elegido para formar parte del equipo, los directivos del proyecto invitaron a sus padres para que conocieran el predio. "Mi viejo decía que yo era chico, pero cuando vieron el lugar y el colegio cambiaron de opinión. Extraño un poco pero hablo todos los días y estoy muy bien. Mi objetivo es poder jugar en primera algún día", se entusiasma.
JUAN IGNACIO PEREYRA
ipereyra@netkey.com.ar
