SANTA CRUZ, Bolivia (AFP).- El referendo autonómico en el departamento de Santa Cruz refleja las contradicciones de un país construido sobre dos visiones antagónicas: la que impulsan las elites empresariales de esta región, que creen en la cultura occidental, y la de los indígenas andinos, columna vertebral del apoyo al presidente aymara Evo Morales.
"Aquí hay un grupo de poder que son logias, como Rubén Costas (prefecto de Santa Cruz) y Branko Marinkovic (un descendiente de crotas que preside el comité civil-empresarial del departamento) que quieren gobernarnos", señala Víctor Altamirano Rodríguez, un joven transportista nacido en la ciudad andina de Oruro. Insiste en llamar logias a quienes están encumbrados en el poder político, empresarial y civil del departamento, sectores inclinados a visiones de derecha y ahora fuertemente enemistados con el gobierno de Morales, quien ganó en las urnas en diciembre de 2005 con el 54% de los votos.
La pelea de Santa Cruz contra el gobierno central ha estado matizada por un discurso fuertemente racista, como el manifestado meses atrás por el alcalde de la ciudad y uno de los líderes por la formación de un gobierno autónomo Percy Fernández, cuando criticó la presencia "de la indiada" en esta ciudad, construida en sus orígenes por descendientes de españoles y mestizos, a quienes se sumaron luego otros migrantes europeos y árabes. Sin embargo, el parlamentario Klinsky asegura que "no hay un problema cultural, acá hay dos visiones de país: uno centralista, (el gobierno) que quiere más poder y el otro (Santa Cruz) que quiere descentralizar ese poder" al reivindicar que el departamento apoya con el 30% del PIB boliviano.
Las contradictorias visiones de país son reconocidas por el vicepresidente del comité civil-empresarial de la región, Roberto Gutiérrez, cuando dice que "Morales quiere imponer su cultura indigenista sobre todo el resto".