Si todos los gobiernos cuentan con un funcionario técnico de bajo perfil destinado a "apagar los incendios" en el área que pudiera corresponderle, el kirchnerismo tiene a Carlos Rafael Fernández como uno de sus principales soldados entre ese pelotón.
El flamante ministro es licenciado en Economía, egresado de la Facultad de Economía de la Universidad Nacional de La Plata, con una especialidad que hizo valer en su cada vez más sólida relación con el ex presidente Néstor Kirchner: las finanzas públicas.
Esos conocimientos le permitieron durante la anterior gestión presidencial secundar al secretario de Hacienda, Carlos Mosse, en la función de monitorear las relaciones fiscales entre la Nación y las provincias. Los problemas de salud de Mosse le permitieron a Fernández una relación más estrecha con Néstor Kirchner, quien requería a diario el informe de la recaudación al detalle.
Fernández encontraría en marzo del 2007 el primero de los tres trabajos que lo catapultarían a las sucesión de Martín Lousteau. Por entonces, debió regresar a la administración pública bonaerense, esta vez como ministro de Economía del gobernador Felipe Solá, en reemplazo de Gerardo Otero, quien había renunciado en disidencia con el aumento al personal docente. Luego del recambio de autoridades, Fernández fue "rescatado" por el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, quien lo llamó para que se ocupe del Seguimiento Presupuestario. Pese a la importancia de esa responsabilidad, estaba la espera de un nuevo desafío... que llegó el 18 de marzo pasado. Ese día debió reemplazar a Alberto Abad en la titularidad de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP). Estuvo allí apenas 37 días. (DyN)