VIEDMA (AV)- Las caras de cansancio adelantaban lo que sentían las dos madres que a poco de arribar con sus chicos a Viedma intentaban cargar sus bolsos y terminar su accidentado viaje.
"Nosotros llegamos un poco más temprano porque traíamos menos equipaje y además íbamos con chicos así que nos pudieron ubicar en este colectivo", contaron las mujeres ayer pasadas las 13.20 al arribar a la terminal local.
El micro pertenecía a la municipalidad de Jacobacci y fue el que más velozmente asistió a los pasajeros cuando se produjo el descarrilo.
"Hasta que llegaron los ómnibus nos dieron un café y un alfajor a cada uno", recordó una de las madres mientras caminaban por la vereda llevando a los niños y las valijas con marcado esfuerzo.
"Pero allá quedaron muchos más esperando otros colectivos que los iban a socorrer desde Bariloche. Para colmo, dijeron que uno de los que iba se rompió en plena ruta", relató la mujer de unos 30 años que dialogó con "Río Negro" a su arribo a esta ciudad.
Calcularon que ellas con sus hijos y otro grupo estuvieron al menos cinco horas esperando que las transbordaran al pequeño micro con capacidad para no más de 35 personas, pero que hubo varios pasajeros más que quedaron esperando en el lugar hasta la llegada de más unidades.
"Tuvimos suerte", destacaron tras comparar su situación con la de otros pasajeros del tren.
Un nuevo descarrilo, otro percance, decenas de personas varadas por horas en las vías rionegrinas del Tren Patagónico. Una historia que parece repetirse con inusitada frecuencia.