NEUQUÉN (Especial).- La industria de la construcción se destaca entre las demás por contar con mano de obra poco estable y de baja capacitación, derivado de las características propias de la actividad así como de la falta de políticas delineadas tanto por entes públicos relacionados como, en general, de las entidades intermedias que participan de la industria; o bien de que las que se llevaron a la práctica no resultaron en un beneficio que pudiera revertir la actual situación del sector laboral.
Sabido es que esta actividad tiene la ventaja de constituirse en una relativamente rápida generadora de demanda de mano de obra lo que, paradójicamente, le ha significado una menor atención en el recurso humano por parte de los diferentes actores que intervienen en el proceso de producción. Y conspiran contra su mejoramiento muchas de las condiciones habituales de esta industria: su carácter nómade, transitoriedad de las tareas, conocimiento rudimentario del oficio, así como otras relacionadas con bajas remuneraciones o malas condiciones de puestos de trabajos.
En este sentido es muy importante resaltar que con el correr de los años y como consecuencia de los cambiantes grados de actividad de las últimas dos décadas, entre otras cosas, se fue perdiendo la particular transmisión generacional de conocimientos de los diferentes oficios, lo que provocó una ruptura en la calidad de la oferta de mano de obra.
Dentro de este contexto en la actualidad el perfil de operario comienza a tener algunas particularidades que en buena medida significan un cambio cualitativo y se refieren a la capacitación que se debe realizar directamente en los lugares de trabajo: como consecuencia de las reglamentaciones en vigencia de los últimos diez años, todas las obras deben responder a un marco de mayor seguridad e higiene, lo que en buena medida redundará en una mejora en las condiciones de salud de todos los operarios.
Profesionales competentes realizan periódicamente exposiciones sobre situaciones peligrosas y cómo se deben tomar precauciones para mitigar sus riesgos, lo que muchas veces implica además el correcto uso de maquinarias y equipos.
La realidad es que sin una mano de obra calificada resulta difícil alcanzar los estándares de calidad pretendidos por la actual demanda, lo que por una parte está directamente ligado a la mayor cantidad y calidad de programas de capacitación y desarrollo destinados al personal de la construcción. (Ver recuadro)