CIPOLLETTI (AC).- Las pruebas en contra fueron prácticamente las mismas a las valoradas por el Tribunal que juzgó a los tres imputados en 2006: la sospechosa huida de Facundo Herrera la noche del asesinato; el hallazgo del arma homicida, una escopeta calibre 14 y una tenaza enterradas junto a otros elementos en la casa donde se habrían reunido en Puente 83; el secuestro de zapatillas cuyas suelas son similares a los rastros hallados en la escena del crimen; proyectiles y ropa, entre otros elementos.
Esta vez, sin embargo, hubo una valoración distinta del testimonio de Rubén Montoya, el testigo que no pudo ubicar la policía.
El Tribunal, como lo dispuso cuando el fiscal solicitó su incorporación por lectura, sólo tomó la declaración de Montoya en el caso de Pablo Torres, porque consideró que su defensor sí tuvo la posibilidad de controlar la prueba. En rueda de personas, Montoya reconoció a Torres como uno de los jóvenes que estuvo en la vivienda de Barrera Sandoval, en Puente 83, donde se habrían reunido los tres imputados el día del crimen. De todos modos ante el resto de la prueba los jueces entendieron que este reconocimiento "es de efecto inocuo".