El político conservador Silvio Berlusconi, a quien las encuestas aún dan como favorito, se ve a sí mismo como garante de un auge económico y de la creación de condiciones de estabilidad. Su rival Walter Veltroni, a quien le gusta que lo llamen el "Barack Obama de Europa", promete una "nueva Italia".
Veltroni, un demócrata de izquierda romano de 52 años, aspira a impedir el regreso al poder desde la oposición de Berlusconi, el "zar" milanés de los medios, multimillonario y ex primer ministro, casi 20 años mayor que él.
Independientemente de quién gane la carrera hacia el Palazzo Chigi, la residencia del jefe de gobierno, el vencedor tendrá que dirigir un país golpeado por los escándalos.
Tras una campaña más bien lánguida y tediosa, durante la cual se produjeron pocos enfrentamientos duros, muchos italianos (25%) aún no saben si van a acudir a las urnas ni por quién van a votar. En Italia el hastío político está muy extendido y la confianza en la clase política en Roma es mínima. ¿Sería capaz Veltroni, ex alcalde de Roma, de cambiar esa realidad?
Alentado por los primeros éxitos en su carrera por alcanzar a Berlusconi, quien encabeza las encuestas, Veltroni, que se presenta como la esperanza para la "nueva Italia", ha pisado el acelerador en los últimos días. "Habrá una sorpresa", asegura con optimismo. Berlusconi, quien nació en 1936, huye del enfrentamiento directo con un Veltroni telegénico y más joven. "Seguro que voy a ganar", dice una y otra vez Berlusconi, convencido de su victoria. El ex primer ministro pretende utilizar sus estrechos contactos con el mundo empresarial para salvar a la maltrecha Alitalia y "reformar" el país en un último mandato de 5 años.
Como no se logró aclarar un poco la selva de partidos políticos mediante una reforma de la ley electoral, el reclamo de un "voto útil" se ha extendido: los italianos deben votar por uno de los dos grandes partidos, la alianza de derecha de Berlusconi PDL (Pueblo de la Libertad) o la nueva agrupación de centro-izquierda de Veltroni, el Partido Democrático (PD), para asegurar la estabilidad del país. A ello se oponen los partidos más pequeños, que también podrían convertirse en fiel de la balanza, como la Unión del Centro (UDC) o la "Izquierda- Arco iris".