Al menos 43 personas murieron ayer en un atentado en la ciudad santa chiíta iraquí de Kerbala, coincidiendo con la visita a Bagdad del vicepresidente estadounidense Dick Cheney, quien reafirmó el "apoyo inquebrantable" de su país a Irak.
Una bomba estalló entre la multitud, a un centenar de metros del mausoleo del imán Hussein, lugar santo para los chiítas en el centro de Kerbala, al sur de Bagdad. Al menos 43 personas murieron y otras 73 resultaron heridas en este atentado, el más sangriento en esta ciudad desde hace un año, según fuentes médicas.
Fuentes policiales desmintieron que se tratara de una mujer kamikaze, como se había indicado previamente, y explicaron que un sospechoso había sido detenido. Se trata del cuarto gran atentado perpetrado desde inicios de febrero en Irak, lo cual hace temer un aumento de la violencia después de que a partir de setiembre del 2007, las condiciones de seguridad habían mejorado considerablemente.
Unos 110 km al norte de Kerbala, en Bagdad, Cheney se reunió con los principales responsables iraquíes y estadounidenses y se felicitó de las "fenomenales" y "espectaculares" mejoras registradas en el país desde su última visita, en mayo del 2007.
Durante su visita, primera etapa de una gira en Oriente Medio, tres ataques, uno de ellos con morteros, sacudieron la capital y dejaron cinco muertos. "Estoy contento de poder volver a Washington la semana próxima y contar al presidente que estamos haciendo progresos significativos en Irak", declaró uno de los principales impulsores de la intervención estadounidenses en Irak . Cheney, que también se reunió con el general David Petraeus , el primer ministro iraquí Nuri al-Maliki y el presidente Jalal Talabani, calificó de "verdadero éxito" la ofensiva estadounidense lanzada en febrero.