HANS DAHNE
Mohammed Abu Shajla sólo piensa en marcharse. "La vida en Gaza se ha vuelto insoportable. No hay trabajo, nada que comprar, ni gasolina. El agua y la electricidad sufren cortes cada hora. Si esta horrible situación no mejora, emigraré a otro país", dice este empleado de los servicios de salud, de 38 años.
Las voces de alarma llegan también desde ocho organizaciones humanitarias y de defensa de los derechos humanos: la situación en la Franja de Gaza no había sido tan mala desde 1967. El bloqueo impuesto por Israel ha incrementado drásticamente la pobreza y el paro. Ocho de cada diez palestinos no encuentran empleo y el 75 por ciento de los 1,5 millones de habitantes depende de los alimentos que llegan a través de la ayuda humanitaria, señalan.
Los sistemas de agua y desagüe están a punto de colapsar. "Israel tiene el derecho y la obligación de proteger a sus ciudadanos. Pero la potencia de ocupación tiene también la obligación jurídica de garantizar que la población de la Franja de Gaza tenga acceso a alimentos, agua limpia, electricidad y
tratamiento médico", advierte Kate Allen, de Amnistía Internacional.
Sin embargo, Israel opina que las críticas de estas ocho organizaciones han tomado un rumbo equivocado: por un lado, no se considera competente como potencia de ocupación, porque se retiró de la Franja de Gaza en el verano de 2005 y, por otro, la organización islamista Hamas controla todo desde mediados de junio, de forma que podría detener el lanzamiento de cohetes contra las ciudades fronterizas israelíes. Según un comunicado del Ministerio de Defensa israelí, la responsabilidad de todo lo que sucede en Gaza es de Hamas. En cuanto se abren los pasos fronterizos para permitir el flujo de ayuda humanitaria, Hamas lo aprovecha para fines terroristas. Además, desde comienzos de año hace acopio de medicamentos y los distribuye entre sus propias instalaciones.
Tras la sangrienta intervención militar en la Franja de Gaza, con más de 120 muertos, Israel permite desde principios de la semana que fluya nuevamente la ayuda por las fronteras. Ayer llegaron más de 160 camiones procedentes de Israel y otros 40 de Egipto, señalan fuentes palestinas. Para los 1,5 millones de palestinos , esto supone sólo un granito de arena, porque allí falta prácticamente todo. Ni siquiera hay cemento para las tumbas de las 127 personas que murieron en la última ofensiva israelí.
Ahora, el país vecino ha comenzado a distribuir seis alimentos básicos: arroz, aceite, fruta, harina, azúcar y lácteos. "En lo que respecta a la economía, Gaza está prácticamente muerta", opina George Mattas. Las organizaciones humanitarias señalan