Hay algo que está claro: los asentamientos ilegales son un foco de incendio permanente. Por los materiales con los que están construidas las casillas, por la falta de servicios como el agua, por la precariedad de las instalaciones eléctricas. A fines del año pasado, unas dos mil familias vivían en sesenta asentamientos ilegales en la capital neuquina. Así viven:
* Las conexiones eléctricas precarias producen cortocircuitos que devienen fácilmente en incendios, ya que las instalaciones no cuentan con ninguna protección. Están hechas de materiales inflamables, como nailon y cartón.
* La calefacción con leña o combustible puede originar una mala combustión, y por ende, la liberación de monóxido de carbono.
* La ausencia de servicios como agua potable y cloacas genera enfermedades. A esto hay que sumarle la carencia de otras prestaciones como transporte urbano y teléfonos públicos.
* El hacinamiento de familias, de un número no menor de cuatro integrantes, que conviven en espacios reducidos, genera aún más violencia de la que significa vivir en el lugar.