POR: ADRIÁN ARDEN (adrianarden@yahoo.com.ar) y SILVANA SALINAS (slsalinas@rionegro.com.ar)
Los chicos que estudian en edificios deteriorados aprenden mal. Aprenden menos. Pierden horas de clases, no tienen recursos, ni comodidad, ni las mismas oportunidades que el resto. Eso pasa en al menos la mitad de los establecimientos rionegrinos y afecta a unos 60.000 alumnos sólo en escuelas primarias y jardines de infantes.
Lo revela en detalle un informe del gremio docente Unter, lo denuncian directores y maestros y lo acepta el propio gobierno. Se trata de edificios que sufren todo tipo de problemas: techos rajados, patios abandonados y sin cercos perimetrales, baños imposibles, mesas y sillas inaceptables, vidrios y ventanas rotas, problemas de electricidad, de ventilación y hasta de agua potable.
Pero hay otros que ni ese lujo pueden darse. Les pasó recientemente a tres maestros que apenas conocieron su nuevo destino, emprendieron viaje. Son los que se encargarán de todo un año de clases en Aguada Guzmán, un paraje de la Línea Sur, lejano, de clima riguroso. Pero cuando llegaron allá, luego de recorrer cientos de kilómetros de caminos áridos y solitarios, sobrevino la sorpresa: ¿y la escuela?
La escuela apareció a poco de andar. Derrumbada casi por completo. Sin ningún tipo de señales que la asemejen a un establecimiento educativo. Sin aulas, sin cocina, sin espacio ni para poder hacer las inscripciones del casi medio centenar de chicos que día a día deben recorrer distancias imposibles hasta allí para aprender a leer, a escribir. Lo básico.
"Llegamos y nos encontramos con todo esto. Nadie nos contó. Así que hasta ahora tenemos que cumplir las horas en la supervisión porque allá no tenemos ni siquiera donde estar. Los padres de los chicos nos piden por favor que empiecen las clases pero no sabemos cómo. Estamos gestionando una capilla para ver si nos la prestan", contó Claudio Ortiz, uno de los maestros designados. "El gobierno dice que la escuela va a estar hecha para mediados de marzo, pero es imposible porque recién están los cimientos".
El cuadro parece alejado, y quizá hasta distante de la realidad cotidiana, pero se repite una y otra vez en toda la provincia.
Las escuelas en pésimo estado quizá no son mayoría, pero existen. Y en medio de ese deterioro quitan posibilidades, calidad y derechos.
Con la misma ingenuidad, más de una docena de docentes también pensaba, este año, poder anotar a los alumnos y recibirlos, como en cada comienzo de año, en su propia escuela. Sin embargo, en la Escuela primaria 66, apenas distante del centro neurálgico roquense, enclavada en el corazón de J.J. Gómez, los más de 400 alumnos que deben estudiar en sus aulas no podrán hacerlo cuando todos lo hagan.
El edificio está desde hace más de un año clausurado. Primero, porque debió ser desalojado ya que representaba un enorme peligro para alumnos y docentes. Después
porque nadie se dignó a dar soluciones a tanto deterioro en tiempo, y meses más tarde, desde setiembre del año pasado en adelante, porque recién empezaron a refaccionarlo pese a que se había anunciado una construcción nueva.
Al día de hoy el edificio sigue ocupado por obreros y hasta el momento sólo se visualiza una promesa: terminarlo a fines de marzo. "Eso es lo que nos dijeron", recordó su directora, Adriana Etcheverry. Es decir que, cuando está pautado que todos los chicos empiecen las clases, los más de 400 que el año pasado perdieron más de un mes de clases, tampoco lo harán como corresponde en el 2008.
Son chicos que empiezan restando. Restando horas y días de aprendizaje.
También en la Escuela 289 de Roca el panorama, que se repite año a año, es desolador. Orilla la vergüenza. Parte del edificio está compuesto por una especie de tráiler, una instalación de chapa que desde hace años alberga la cocina, el comedor y hasta aulas. Literalmente "es de chapa", sus paredes lo son y hasta las ventanas están soldadas. Lo denunciaron sus autoridades en estos días: "Así es imposible enseñar".
Pero no son los únicos. En Río Negro las clases, tal como están las cosas hoy, no comenzarán para muchos más de 6.000 estudiantes de 12 establecimientos que, debido a las malas condiciones de los edificios, no podrán abrir sus puertas para recibirlos.
El gobierno aspira a terminar los arreglos la próxima semana, pero padres y docentes desconfían. Además de la 66 de Roca y de la 194 de Aguada Guzmán, están en veremos el Jardín 9 de Cipolletti y, las primarias 1 y 347 y el CEM 32 de Viedma.
Pero también más de 7.000 son los que comenzarían a tener clases aunque sin edificio propio. Más de 57.000 deberán hacer convivir el aprendizaje diario con los techos en mal estado. Más de 26.000 lo harán en escuelas que no están en condiciones óptimas. Y otros tantos deberán hacerlo sin contar con un salón de usos múltiples como corresponde, o sin bancos y sillas adecuadas. Son los números de la educación rionegrina. Los números de la desidia. (Red de diarios en periodismo social)