NEUQUÉN (AN).- Si es cierto el cálculo de que el 25% del consumo eléctrico argentino corresponde a iluminación, en las ciudades de Neuquén y Río Negro es poco y casi nulo el esfuerzo del Estado por integrarse a un plan de ahorro de energía porque las calles, los edificios públicos, los paseos y los monumentos brillan de noche. Al contrario que en la zona central del país, no es enero sino febrero el mes de mayor demanda en el norte de la Patagonia, así que en breve los consumos se dispararán en esta región.
Las provincias son clave en el programa nacional de uso racional porque aportan, según el diseño oficial, la mitad del ahorro.
Desde que el gobierno nacional reconoció, por primer vez en años, que hay algo parecido a una crisis en el sistema eléctrico argentino, abundaron los gestos oficiales para contrarrestarla, pero sin que se traduzcan en acciones que bajen efectivamente la demanda de electricidad.
Neuquén y Río Negro no se quedaron atrás: planes de capacitación para multiplicadores del concepto sobre uso eficiente de la energía y campañas publicitarias fueron los ejes de la -por llamarla de algún modo- política de los gobiernos, las empresas de servicios públicos y entes reguladores.
Sobre las miles y miles de lamparitas bajo consumo que el gobierno nacional distribuye en el país, se sabe poco y nada en Neuquén y Río Negro. Tampoco hay directivas de la secretaría de Energía.
De noche las ciudades de la región no acusan recibo de la crisis porque a las vidrieras y marquesinas de los comercios se suman los carteles de los edificios públicos, los monumentos y la iluminación excesiva a los paseos.
Neuquén es una de las provincias donde la demanda de energía más crece, empujada por la actividad petrolera. En diciembre el aumento fue del 16,1%, según los números de la administradora del sistema, Cammesa. Río Negro no se queda atrás, con un incremento cercano al 13%.
No hay en la región un registro de máximos de potencia requeridos pero se sabe que es durante febrero que se activa el trabajo en los galpones de empaque, en las jugueras, en los frigoríficos y las bodegas.
A nivel nacional esos máximos se dan en enero y en el invierno, pero, tal vez porque el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner reconoció por primera vez la crisis, hasta ahora en verano no se batieron los records de junio del año pasado (en materia de demanda de potencia porque en consumo de energía sí hubo un pico histórico el 8 de enero con 385,2 GWh).
En el diseño del plan nacional de ahorro energético, las provincias tienen la mitad de la responsabilidad, según reveló un informe de la Fundación para el Desarrollo Eléctrico (Fundelec).
Para los primeros tres meses el plan tiene como pauta bajar en 1.000 megavatios (MW) la demanda de potencia. El registro histórico fue de 18.345 MW el 14 de junio a las 19.56 y, por caso, el jueves llegó a casi 16.000 MW.
De los 1.000 MW a ahorrar, según la previsión nacional, 500 provendrán de la adhesión de las administraciones públicas provinciales, incluidos los poderes legislativos y judiciales.
La que tiene por la noche el fastuoso edificio de la Legislatura neuquina no es precisamente la imagen del ahorro energético; tampoco la de las oficinas vacías de la administración pública refrigeradas como si hubiera trabajadores dentro.
La lista del despilfarro oficial es grande y abarca monumentos, museos y viviendas oficiales.
La demanda de Neuquén y Río Negro es, de todos modos, muy pequeña y no modifica la aguja del medidor nacional.
En Río Negro el gobierno no ha reconocido el fracaso de su plan de uso racional, implementado a través del ente regulador eléctrico provincial, pero su magro efecto está a la vista porque desde que se lanzó, hace tres años, la demanda no ha parado de crecer en la jurisdicción.
De la media docena de ciudades de ambas provincias relevadas por "Río Negro", sólo Zapala aparece con políticas de ahorro efectivas.