Tras la liberación de las políticas Clara Rojas y Consuelo González por parte de la guerrilla de las FARC, la pregunta que ronda a los colombianos es si este hecho es aislado o puede ser visto como un principio de acercamiento que permita el llamado canje humanitario y, más adelante, un proceso de paz.
Desde hace años se vienen frustrando los acercamientos entre el gobierno de Uribe y las FARC para realizar un canje entre unos 50 rehenes y al menos 500 guerrilleros presos. Familiares de muchos de los secuestrados miran con entusiasmo la liberación de Rojas y González, con la ilusión de que se trate de la reanudación de los contactos e incluso con Hugo Chávez en un rol protagónico.
Sin embargo, el politólogo Alfredo Rangel considera que es muy difícil que Uribe vuelva a aceptar a Chávez como mediador,después de las muestras de simpatías hacia el grupo guerrillero.
Quienes consideran que la liberación de las rehenes es un hecho aislado argumentan que en las actuales circunstancias es casi imposible pensar que Chávez vuelva a fungir de mediador y hacen énfasis en que las posiciones del gobierno de Bogotá y las FARC siguen sin variar.
En su más reciente comunicado, las FARC elogiaron ayer el trabajo de Chávez e insistieron en que un diálogo con el gobierno parte de la base de la desmilitarización de una zona del suroeste del país, el retiro de tropas de las localidades sureñas de Florida y Pradera, situadas unos 50 kilómetros al este de Cali.
Uribe agradeció la gestión de su colega venezolano, pero descartó que su gobierno dé luz verde al despeje militar, al que considera como un retroceso en su política de "seguridad democrática", que aplica desde el 2002. En su lugar, el jefe de Estado plantea conversar en una "zona de encuentro" bajo la veeduría internacional, un escenario en el que no habría armas, pero que de antemano ha sido rechazado por las FARC.
Los más escépticos recuerdan el más reciente intento de paz en el gobierno del presidente Andrés Pastrana (1998-2002), quien ordenó la desmilitarización de una zona selvática de 42.000 kilómetros cuadrados. El diálogo, empero, fracasó, ya que fue usado por la guerrilla para fortalecer posiciones y continuar con los secuestros. (DPA)