La productora podría estar desbordada. Pero no. Aguanta el embate de la madre cholula, que vino pintada y lookeada para robar plano; la exigencia del docente-tutor-amigote, que no acepta que le cierren la puerta del estudio en la cara; la impaciencia de dos estudiantes que recién llegaron, todavía no participaron en nada y ya preguntan por el catering, y hasta las dudas de un colado: "¿aguantará la tribuna esa tanto peso?".
En su mundo de intercomunicadores, celular a full y carpetita con la rutina bajo el brazo todo el tiempo, la cortesía será lo último que se pierda. Y justo ahora es ese momento: "Todos afuera...vamos a grabar".
Es viernes, son las dos de la tarde, estamos en Roca y afuera el viento tiene a maltraer a dos pobres vacas que esperan estoicas, atadas a un poste, que las ordeñen: así lo exige una de las pruebas.
Adentro, la música suena estridente, repasa los hits del boliche y logra el objetivo: los chicos van entrando en calor. Se miran en la pantalla gigante, se reconocen, se ríen. Justo entonces aparece el productor del tono didáctico y les explica brevemente las máximas de la tele: no gritarán a destiempo, tendrán paciencia en los cortes y no podrán distraerse nunca. Mucho menos cuando hablen los conductores.
En un rato, la grabación del programa, que se emite cada domingo a la tarde, arrancará bien arriba. A grito pelado. Se llama "Minibus" y es un desafío inédito: por primera vez Radio Televisión Neuquén (RTN) y Radio Televisión Río Negro (RTRN) se unieron para crear un producto en conjunto. ¿La idea? Poner en un estudio a estudiantes de las dos provincias y hacerlos competir por un viaje de egresados a fin de año. Ok. Nada nuevo, pero una idea que todavía funciona.
Es así como, a casi 20 años de aquel "Domingos en acción" que también se transmitía por Canal 10, volvieron a la tele regional las tribunas repletas de egresados, los cantitos inofensivos y el papel picado. Sólo que esta vez aquellas banderas y ese descontrol mutaron en una foto que recuerda, y mucho, a una colonia de vacaciones. Y que se esmera en contagiar alegría.
Pese a que la referencia con el mítico "Feliz Domingo" o el más actual "El último pasajero" es inevitable, todos la niegan. Aquí impera el tono regional, afirman. Por eso las prendas incluyen un concurso de embalaje de manzanas, con explicación previa de un embalador profesional que de paso promociona a su empresa, preguntas del tipo ¿Cuál es la ciudad más poblada de Río Negro? y una constante mención a los pueblos de donde vienen los participantes. "Buscamos la identificación de los chicos con los temas que les planteamos", confiesa un productor. "Esto es más educativo, es cultural, no queremos parecernos en nada a esos programas, queremos que nos sientan cercanos. Nuestra idea es integrar a los chicos de las dos provincias, que se conozcan", agrega. El premio mayor va en ese sentido: los rionegrinos visitarán un destino neuquino y viceversa.
Los hijos de la tele
Son poco más de las tres de la tarde, hace media hora que se cortó la luz y en Edersa no responden. El juego del inflable en la terraza del canal es el próximo y participan por 30 puntos. Pero ahora no se puede. Los chicos aprovechan para comer y recorren los pasillos: aquí nada los sorprende.
Los egresados de la tele versión 2007 no les tienen miedo a las cámaras. Hijos de la "era reality show" se mueven en el estudio como en su casa y responden a todas las directivas: se exaltan ante la mano que les hace señas para que griten, están pendientes de los planos, se ponen la remera con el logo sin chistar y aceptan dejar afuera bolsos y banderas.
Empezarán gritando bien fuerte el nombre de su pueblo, pero al rato las diferencias quedarán olvidadas y parecerán un único grupo. Festejan a pleno, pero contenidos. Nunca se salen de su asiento ni se separan de sus celulares ni de su camarita digital. Están producidos y algunos ni siquiera se sacan los anteojos de sol. Saben que concursan por un viaje, pero la mayoría no sabe a dónde. Les encanta la tele, la fiesta interminable, la uniformidad que les propone, y sólo afuera, para el diario, hablarán de su realidad. Adentro, sólo harán referencias políticas para agradecer al funcionario (en campaña) que los ayudó a llegar hasta Roca. Hay dos cursos en los que sólo el 25 por ciento de los estudiantes están en condiciones económicas de pagarse un viaje de egresados. Los otros dos, directamente no viajarán: no pueden juntar la plata. Por eso, dicen, se decidieron a venir. Hay chicos de Choele, Beltrán, Zapala y Mariano Moreno.
A la conductora la esperan con silbiditos, le miran el escote. Ella se ríe, pero no les sigue el juego. A su compañero lo aplauden y él les agradece con trato confianzudo. Lejos del conductor senior, trajeado, los de "Minibus", Marcela Marín y Sergio Arregui, se proponen frescos, más naturales, en jeans y remerita, y apelan al mismo registro: risueños, algo campechanos, bien cercanos. A veces se confunden entre los participantes y resultan efectivos. Así, tratándolos de igual a igual, pero sin impostaciones, cuando vuelva la luz los llevarán de la vaca ordeñada al toro mecánico, una carrera de obstáculos y la trivia, un ping pong de preguntas y respuestas bastante inofensivo.
Luego de las seis de la tarde las luces empiezan a apagarse. Afuera el viento ya es implacable y las dos vacas ahora también deben luchar contra dos adolescentes que se empeñan en tirarles la soga. Si pudieran desatarse, seguramente se los comerían vivos. Adentro, el clima es otro. Los ganadores festejan y los perdedores, también. A su modo, tienen motivos: "¡Vamos a salir en la tele y en el diario....y el mismo día", gritan. La productora no sabe si reírse. Y por las dudas no lo hace.
ADRIÁN ARDEN
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