Irma Calvo es licenciada en Servicio Social, y es parte del motor que le dio fuerza a este proyecto. No titubea en la elección de sus palabras para describir la importancia de este tipo de actividades.
"El taller surge como una alternativa de trabajo con adolescentes. Por tiempo y espacio real, se torna imposible ahondar en particularidades, es decir, brindar apoyo social de forma individual, y en razón de eso decidimos encararlo a nivel grupal. Salimos a la calle en la búsqueda de un espacio con esas características y dimos con Claudio, un personaje con el carisma necesario para abocarse a una tarea como esta. Su calidez humana nos dio la pauta de que sería una buena idea", manifestó.
Y así fue como se abrió el abanico de posibilidades. Mariano Huentemil desde su rol de operador comunitario, comenzó a indagar en los círculos familiares en los que desempeña su tarea, acerca del interés de los chicos por participar del taller, y a raíz de la gran adhesión percibida se comenzó a trabajar. Motivación, apertura social, actividades en conjunto, y salidas al campo son el eje temático sobre los que profundizan estos profesionales para llegar hasta los "bajitos", según explica la licenciada.
"Muchas veces sucede que las familias no ven posible el desarrollo de actividades de esta índole por parte de sus hijos. Es por ello que partimos del núcleo familiar, motivándolos a participar, a que se interesen por la importancia que esto tiene para sus hijos", señaló.
La ansiedad es el factor común que hoy prevalece sobre cada uno de los que integran este proyecto. Los chicos no ven la hora de estar escalando y recorriendo un lugar nuevo. Mientras que los profesionales que se han brindado a esta experiencia esperan ver el resultado del esfuerzo llevado a cabo durante este tiempo. (AR)