Abdullah Gül, el canciller elegido nuevo presidente de Turquía, es un hábil diplomático educado en Gran Bretaña que dice haber renegado de su pasado radical y promueve el ingreso de su país en la Unión Europea (UE), pero debe enfrentar la resistencia de la elite secular que pone en duda su verdadero compromiso con el laicismo.
El nuevo mandatario de 56 años, que casi siempre muestra una sonrisa amable bajo su amplio bigote, estudió ciencias económicas en Inglaterra y entre 1983 y 1991 trabajó como experto del Banco de Desarrollo Islámico, en Arabia Saudita.
Gül inició su trayectoria política como militante del Partido del Bienestar (RP), de corte islamista, por el fue elegido como diputado. Fundador del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) en 2001, Gül se desempeñó brevemente como primer ministro cuando su agrupación
llegó al poder en noviembre del 2002. Canciller desde 2003, impulsó las reformas políticas y de derechos humanos para mejorar la imagen de su nación en el exterior y allanar las relaciones con Occidente. Pero la candidatura de Gül fue siempre resistida en los sectores laicos por su pasado islámico radical y porque su esposa, Hayrunisa, viste el pañuelo en la cabeza al estilo musulmán, costumbre considerada un desafío al secularismo.
Hayrunnisa es una elegante mujer de 42 años que prefiere estar alejada de los focos. Aduce que llevar el tradicional velo islámico es una opción personal que debe ser respetada. Pero el velo está prohibido en las administraciones y las universidades. La oposición hizo del velo de Hayrunnisa el eje de su discurso, al considerar una afrenta a la República laica que una mujer tocada entre en el palacio presidencial. Hayrunnisa, asegura que su devoción no le impide ser moderna y se rebela contra las restricciones a las mujeres en otros países musulmanes. "El velo cubre mi cabeza, no mi cerebro", declaró alguna vez.