El peso de la Iglesia. Siendo una característica que fue blanco del verbo destemplado de Sarmiento, si hay algo que abunda en Córdoba capital son iglesias. Lo mismo pasa en la capital riojana. Antiguas. Cargadas de arte, las hay por aquí y por allá y siempre abiertas y llenas de gente. Impresiona la solemnidad de la Catedral. El catolicismo atraviesa la sociedad riojana verticalmente. Una iglesia que pagó atrozmente su lucha por la vida: durante la dictadura, los militares asesinaron al obispo Enrique Angelelli, a los sacerdotes Carlos de Dios Murias y Gabriel Longueville y a varios militantes que colaboraban con la obra pastoral de aquéllos. Espantan los detalles sobre las muertes de los dos jóvenes curas. No hay semántica para describir tanto horror.
Otras creencias. Pero en materia de creencias, también hay otras ofertas en La Rioja. Los dos diarios que se imprimen en la capital provincial -"El Independiente" y "Nueva Rioja"
están plagados de avisos muy expresivos vía los cuales, por caso, "El indio Shoara" ayuda a "recuperar el amor perdido" mediante "el dominio total de tu pareja".
En el mismo rubro se mueve "Doña Asheva, diosa hechicera del amor", y se destaca también la propuesta del "psíquico manosanta, Shantee, el gurú del amor", que asegura arreglar los entuertos entre separados, infieles y otras yerbas. Y si con esto no alcanza, está la dupla "El Tata aborigen y la india brasilera". Tata se asume como "el único heredero de
los incas" y ambos prometen "ayudar a los desamparados del amor".
Las aceitunas y la economía provincial. Gordas, con cintura de pollo. Carnosas. Seductoras mire por dónde se las mire. Así son las aceitunas de La Rioja. Están en todos lados. Uno dobla una esquina y ¡zas!, lo invitan con aceitunas y le estampan la imagen de San Nicolás de Bari. Aceitunas y el santo siempre andan juntos a la hora de promover la imagen de la provincia. Y estas aceitunas verdes y negras hasta nuevo aviso tienen un mercado que se relame por ellas: España. En el 2005 compró por valor de 1.293.274 dólares; un año después, por 8.592.478 de la misma moneda.
El campo, vacío. El despoblamiento sistemático, constante del campo, es uno de los datos que definen la dura realidad social de La Rioja.
El censo del 2001 dijo que la provincia tiene 289.983 habitantes, un 31, 4% más que en el '91. En el 2001, el 83,1% de la gente residía en zonas urbanas, contra el 75,7 computado en el '91, año en que el 24,3 vivía en zonas rurales. Sin embargo, en el 2001 ese porcentaje descendió al 16,9. Y según relevamientos hechos por este diario, hoy la población rural estaría por debajo del 12%. De seguir esta tendencia, en una década más no queda nadie en los campos riojanos.