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Martes 17 de Julio de 2007
 
Edicion impresa pag. 20 y 21 >
La educación sexual

En la sociedad se ha instalado el debate con respecto a la necesidad de impartir educación sexual en los establecimientos educativos, en los distintos niveles de formación.

La sexualidad humana fue interpretada y practicada de forma muy diferente a través del tiempo y en las distintas culturas, de allí que se impone una explicación previa al abordaje del tema de nuestro universo.

"La sexualidad humana está al servicio de la vida, el placer, la comunicación y el amor, siempre que sepamos utilizarla" (Andrés Flores Colombino). Podemos agregar algunas consideraciones que completan la afirmación precedente. La relación sexual implica, al menos, dos personas y puede ocurrir que una de las partes no comparta la finalidad o el servicio que le presta la sexualidad en el encuentro sexual. Uno de ellos puede perseguir sólo el placer mientras que para el otro u otra la finalidad puede tener que ver con intereses económicos o posicionamientos de poder. En fin, no se puede agotar el tema, sólo cabe agregar que los cuatro caracteres (vida, placer, comunicación y amor) pueden darse en forma simultánea o separada. Otro aspecto que hace a la sexualidad es el referido a las funciones pues, en ocasiones, la relación es importante para aliviar tensiones propias de la vida compleja y saturada de propaganda consumista.

Otra cuestión previa. Los animales no humanos responden a los llamados de la especie de pertenencia y sus instintos de reproducción, alimento y sueño no pueden ser organizados reflexivamente, no tienen la posibilidad del "no"; carecen de libertad. Para el animal humano, en cambio, la reproducción, la alimentación y el sueño no son instintos sino impulsos (pulsiones) que pueden ser relativamente controlados de acuerdo con las pautas culturales y grupales. De allí se siguen algunos límites impuestos por la cultura, la familia y otros referentes significativos que admiten o rechazan ciertos comportamientos. Es decir, las privaciones, las restricciones educativas en el campo de la sexualidad, son propias de toda sociedad que reconoce la condición humana y propicia la integración social de las personas. Esos límites se manifiestan en tres áreas: biológica, ética y religiosa. La primera está referida a la información antropológica, genética y psicológica y a los recaudos higiénicos básicos en las relaciones sexuales. En la esfera de la ética, los límites corresponden a los valores vigentes en la familia del sujeto. Finalmente, todas las religiones establecen prohibiciones y castigos para los comportamientos sexuales que no respetan los imperativos dogmáticos de sus creencias.

 

Dificultades

 

Expuestas entonces estas consideraciones previas, corresponde ahora examinar algunas dificultades para implementar la orientación sexual en los establecimientos educacionales.

Para la educación sexual de los niños y jóvenes se visualizan algunos problemas relacionados con la información en las tres esferas: biológica, ética y religiosa. En efecto, el eje de este artículo pasa por el gran interrogante: ¿se puede describir sin prescribir? En otros términos, ¿es posible informar sobre ciertas realidades (sexuales, en este caso) sólo desde la perspectiva biológica, sin una directiva oculta sobre lo que se puede o se debe hacer? Lo que se puede o se debe hacer implica, en las tres esferas, directivas de comportamiento, lógicamente afectadas por la subjetividad del que imparte las enseñanzas y su personal visión sobre la actividad sexual. Se trata de una dificultad no menor en el proceso educativo, especialmente en materia de sexualidad dirigida a los jóvenes.

Otro problema que debemos considerar se relaciona con la individualidad del sujeto. Se supone que la instrucción en materia sexual se desarrolla dentro de los cánones de generalidad en los distintos niveles de formación. Ahora bien, no hay dos individuos iguales; somos únicos e irrepetibles, de lo que se siguen interesantes observaciones que implican una educación personalizada.

Veamos. El grado de maduración no es igual en todos los sujetos; además, el llamado sexual, las fantasías y los mitos son diferentes en cada una de las personas. Se puede afirmar, también, que el impacto de la información sexual en algunos puede acelerar su despertar, mientras que en otros el conocimiento estimula la curiosidad, incitando la necesidad de probar, y los límites aparecen engañosos cuando los valores de la familia y las creencias religiosas no han sido suficientemente interiorizadas de modo que favorezcan el control reflexivo de sus impulsos. Además, no debemos olvidar la presión que ejercen los pares hacia la búsqueda de nuevas experiencias, descalificando a aquellos que por su naturaleza o por convicción adoptan conductas éticas o religiosas frente a la presión consumista del entorno.

Dos temas delicados que seguramente pondrán en serios aprietos a los docentes son los vinculados con la masturbación y las conductas homosexuales. ¿Se trata de patologías o desviaciones en las manifestaciones sexuales o responden a los llamados adscriptos a la condición humana? ¿Se deberá omitir información sobre el tema? No parece que el ocultamiento sea el camino adecuado en la enseñanza. Ahora bien, repetimos el problema inicial, dar directivas de comportamientos cuando se informa sobre estas cuestiones puede traducirse en agravios que disminuyen la autoestima de los educandos y, en ocasiones, si los impulsos fueren innatos se estará atacando la propia naturaleza humana. Pensamos que para un sector muy importante de la población estudiantil fijar los límites es la manera correcta de impartir conocimientos, sin agravios ni descalificación de las conductas opuestas. Aquellos que por diversas razones se sintieren afectados, deberían recurrir al apoyo psicológico para una atención personalizada con el propósito de alcanzar la madurez emocional y el pleno desarrollo como persona.

 

Entre Escila y Caribdis (1)

 

En síntesis, podemos señalar como acuerdo mínimo la necesidad de educar a nuestros niños y jóvenes en materia sexual. También reconocer que existen ciertos límites en la actividad sexual, propios de la naturaleza humana y valiosos para la convivencia social. Creemos que nadie pone en duda las dificultades en el proceso de enseñanza y aprendizaje en materia de educación sexual y que, precisamente, los aspectos biológicos, éticos y religiosos deben contemplarse a los fines de una formación integral y liberadora de la condición humana. De allí que el tratamiento de estas cuestiones transita por un sendero muy delgado (entre Escila y Caribdis) para evitar los ocultamientos o bien las promociones indebidas que puedan generar efectos no deseados.

 

(*) Doctor en Derecho

ENRIQUE LIBERATI (*)

Especial para "Río Negro"

 

(1) La mitología griega dio lugar a esta encrucijada. En el estrecho de Mesina, que es un paso entre Sicilia y la Península Itálica, los navegantes tienen que sortear a Escila, joven doncella convertida en peligrosa roca por los dioses, y a Caribdis, ninfa marina hija de Poseidón y Gea que inundó la tierra para ampliar el reino submarino de su padre hasta que Zeus la transformó en un remolino que devoraba todo lo que se ponía a su alcance. De la narración sobre Escila y Caribdis surge una expresión: "Estar entre Escila y Caribdis", vale decir "estar entre la espada y la pared", o sea, en un problema de difícil solución.

 
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