JUNIN DE LOS ANDES (enviado especial).- El padre salesiano Antonio Mateos ha sido uno de los motores del santuario que se construye en San Ignacio y también uno de los gestores del Vía Christi que ha impuesto el turismo religioso en Junín de los Andes.
No hay sorpresas para el cura: "Todos sabíamos que la beatificación era un hecho, es más: en 1992 casi se concreta pero ha llegado y estamos muy contentos", le dijo a este diario.
Mateos se ha ganado el respeto en el sur de la provincia de Neuquén. Nació en Salamanca (España) hace 78 años pero lleva 37 en Junín de los Andes y el área que abraza a esa localidad. "Mañana me voy para Rucachoroi, hace cuatro semanas que no puedo entrar, pero esta vez sé que voy a llegar", dice el padre Mateos al aire por la radio FM 104.5 de Junín de los Andes. El cura, que anda en una camioneta Saveiro, llega a los lugares más inhóspitos, nieve, llueva o truene. Y alguna vez hasta tuvo que mentir para poder ir hasta donde los necesitaban: lo estaban requiriendo en Zaina Yegua y la ruta estaba intransitable, con custodia policial. El uniformado le dijo no, no y no hasta que al fin mandó al cura a hablar con el jefe de policía. "Me fui, di unas vueltas y al fin le dije que ya había hablado con el jefe", contó el viernes al aire para toda la comunidad juninense. Lo que no explicó fue con qué jefe que habló. Igual tuvo que confesarse apenas llegó a donde lo necesitaban con urgencia.
Dice que antes todo le era más fácil pues se movía en una Land Rover y no tenía artrosis. "Cambiar la rueda de una Land Rover no es lo mismo que cambiar la de una Saveiro, por eso no me la dejan usar", cuenta. "El curita se ha pasado mucho de frío, por eso tiene ese problema en los huesos", razona el lonco Celestino. Han compartido las rogativas en tierra mapuche. Y con ellos ha estado, otra enorme figura de la Iglesia neuquina, Jaime de Nevares.