Sólo la sensación de omnipotencia explica el presente de la UCR rionegrina. Hoy, con la intervención partidaria, el oficialismo se ve extraviado. Paga el precio de no haber respetado el mandato orgánico del partido en el que ha nacido, crecido y prosperado.
Hay tiempos y hechos que no se detienen. Saiz debería saberlo. Siempre se despreocupó de los pasos de la UCR. Sólo se interesó por los humores y los mandatos kirchneristas.
Pese a sus convicciones, el resto de la dirigencia como el presidente del Comité provincial, Pablo Verani obedeció aquella estrategia. Lo hizo por acción u omisión.
El gobernador recién esta semana se ocupó de los riesgos partidarios. Hasta entonces, desactivó cada convite orgánico que le rondó y, finalmente, el miércoles se contactó con el titular del radicalismo, Gerardo Morales. Se habló de postergar la intervención y buscar salidas, como la que sugirió el rionegrino: acordar la no utilización conjunta de los símbolos del partido.
Era un primer paso y mañana seguirían la charla, incorporándose Verani. Pero, una confesión desató los hechos posteriores: el mandatario comentó la presentación de un amparo judicial contra la intervención.
Morales ya había asimilado un golpe político con la imposibilidad de intervenir a la UCR de Santiago del Estero por un oportuno fallo de no innovar de un juez federal santiagueño. Con ese antecedente, el jujeño se sentó el jueves en la presidencia del Comité nacional a evaluar el futuro partidario de los radicales de Río Negro.
Ya la UCR provincial había presentado recursos de amparo en los juzgados federales de María Servini de Cubría en Capital Federal y de Mirta Filipuzzi en Viedma. Un rechazo a la solicitud rionegrina después se gestó en los tribunales porteños.
Decidida la intervención, Morales se la adelantó telefónicamente a Saiz. Habría insinuado acordar el interventor. "Ahora, no hay más nada que hablar, cada uno por su camino", fue la respuesta gubernamental.
Igual, el presidente demoró la designación. Se sabe del ofrecimiento al ex procurador General, Juan Gauna. Esa resolución nacional podría esperar a un contacto con Verani, que hoy regresa de su descanso europeo. Hay otra visión: "Morales quiere negociar con Verani, pero lo quiere hacer desde la fortaleza. Lo esperará con el interventor nombrado".
Sorprendido y enojado, Saiz acumuló el jueves decisiones por los meses de parálisis partidaria. Avaló un bombardeo público de su dirigencia, llamó a la prensa para acusar a la conducción nacional y monitoreó las nuevas acciones judiciales.
"Son cuatro gatos locos fracasados", les dijo el gobernador a los conductores de su partido. "No pueden obligarnos a votar a un peronista en perjuicio de otro". Cándido argumento. Un partido decide por sus órganos naturales con autoridades legítimas. El y su gente están dentro de la UCR. Podrán disentir, pero son determinaciones orgánicas. Se acatan. O se combaten por afuera del partido, como hicieron otros.
En estas horas, Saiz ha decidido una estrategia que impactará en la conducción parlamentaria de Fernando Chironi: el apartamiento del bloque de los diputados Chintya Hernández y Hugo Cuevas. A Chironi, algunos más y otros menos, le asignan decisiva responsabilidad operativa en la intervención.
Saiz nunca consideró posible la intervención partidaria. Una marcha que ciertamente comenzó hace un año en la Convención de Rosario con la posición antikirchnerista. Un destino que colisionaba con la Concertación de los gobernadores K.
Los rionegrinos no asistieron a ningún encuentro nacional que consolidó este plan opositor. Lo real es que el oficialismo provincial se resistió a esgrimir sus "razones ideológicas y políticas" en un ámbito partidario que le era totalmente adverso. Padecería de un protagonismo extraño y ajeno al que goza en Río Negro. Ese vacío orgánico lo despoja de sólidos argumentos propios, como ciertos cuestionamientos a la dirigencia nacional.
El gobernador logró su reelección, pero equivale solamente a eso. Los triunfos no otorgan cualquier derecho. Saiz creyó en otra realidad.
Hay una evidencia política: el rionegrino quiere, defiende y actúa para retribuir al presidente por su prescindencia en Río Negro en la elección provincial.
Poco valen otros elementos. "No puedo hacer otra cosa", argumenta y agrega también motivos de gobernabilidad. Puro pragmatismo. Un apoyo provincial que tiene un costo nada menor: trabajar sin reparos en consolidar el plan hegemónico de los Kirchner.
Nadie escatima esfuerzos. Saiz y los suyos sobreactúan en ese papel. Hoy, el gobernador prepara su movilización dirigencial a La Plata para el lanzamiento del jueves de la candidatura de Cristina Kirchner.
Las dificultades gubernamentales aparecen cuando diseñan imponer al proyecto Kirchner entre los radicales y compartir los restantes votos con la boleta del Frente para la Victoria.
La UCR nacional desplegará su fórmula de Roberto Lavagna y Morales. En ese sentido, Fernando Chironi inserta un discurso acertado: la búsqueda de una alternativa al kirchnerismo. Un mensaje que el diputado consolidó desde su resistencia en el Congreso.
Ahora, será una caza electoral del antikirchnerismo. Un objetivo en el que participará también el gobierno provincial, que buscará la dispersión de esa oposición presidencial. Todo para impedir que Lavagna monopolice ese descontento. Los contactos oficiales ya están direccionados a Ricardo López Murphy. "Esta candidatura representa mucho mejor el voto de los radicales que no quieren a Kirchner", dicen cerca de Saiz. La arista Elisa Carrió, otra ex integrante de la UCR, se inscribe entre las opciones diseñadas.
Morales confía en los apoyos del PPR y del MID también miembro de la Concertación a partir de la adhesión nacional del desarrollismo. El resto tendrá que construirlo. En Roca y Cipolletti, Chironi congregó a radicales para volcar sus ideas. La reunión roquense fue en el Comité y participó la conducción partidaria, que lidera Roberto Fieg.
Esta confusión radical se extiende a otros sectores frente al rechazo o adhesión al proyecto K. Así, los radicales lavagnistas tienen un desafío: articular, sin estructura, lealtades y esfuerzos para construir una opción electoral. En ese objetivo se juega también la reelección de Chironi.
Hay otras maniobras. El gobernador recibió el miércoles a Claudio Lueiro, forzado a explicar las cada vez más inexplicables fluctuaciones del PPR.
Adhirió en junio a la candidatura de Lavagna, después declaró seguir al proyecto provincial (ligado al kirchnerismo) y, luego, ratificó su fidelidad al ex ministro nacional. El jefe de Estado requirió una definición contundente a Lueiro para esta semana. Ya boyan promesas futuras para consolidar esos compromisos.
Saiz volvió sobre la alianza funcional con el kirchnerismo. El jueves se reunió con la ministra Alicia Kirchner. Se coincidió en un esquema compartido Unidad de Gestión para instrumentar los planes nacionales en Río Negro. Un espacio reservado a la kirchnerista Norma Mora de la corriente social Barrios de Pie. Más estructura en beneficio del proyecto presidencial.
Simultáneamente, tras el escandaloso Congreso de Godoy, el justicialismo reformuló ayer el diseño para resolver sus candidaturas K a la Cámara de Diputados.
Habrá internas el 19 de agosto y se sumarán postulantes, licuando adhesiones y posibilidades de los actuales.
Río Negro marcha hacia la compulsa nacional de octubre, que nada se asemeja a la provincial. Hay demasiados ingredientes cruzados, pero aflora una única perspectiva: qué actitud se asume frente a un poder político K que peligrosamente se concentra y se extiende al mismo tiempo.
ADRIAN PECOLLO
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