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Domingo 15 de Julio de 2007
 
Edicion impresa pag. 42 y 43 > Cultura y Espectaculos
Un vida de princesa con títulos de películas

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Sí, "Unforgettable", como cantaba Nat King Cole, inolvidable resulta Grace Kelly para muchas generaciones y en especial hoy, para el reconocido diseñador estadounidense Tommy Hilfiger, un gran admirador de su exquisita belleza, cuyo estilo, según él mismo reconoce, ha influenciado su sensibilidad creativa. Tanto, que le ha dedicado una exposición, un libro y una nueva colección de vestidos.

 

El libro, que se titula "Grace Kelly, una vida en imágenes" (no se ha editado en la Argentina), es un recorrido fotográfico a lo largo de la biografía de la que fue una de las mujeres más hermosas y elegantes del mundo. Alrededor de 200 instantáneas incluyen aspectos de su infancia en Filadelfia, sus comienzos como actriz en Nueva York, su brillante carrera en Hollywood, y su boda con Rainiero de Mónaco, el peldaño para a su existencia ¿real? posterior. Pero más allá de la idolatría de Hilfiger, fotos más o menos, Gracia Patricia de Mónaco fue sin dudas una mujer de enorme personalidad, con un halo de beatitud, glamour y clase maravillosamente natural.

Como homenaje, podríamos resumir su existencia mediática en abreviados fragmentos titulados con los nombres de sus más famosas películas. ¿Cómo? Así.

 

 

Los Kelly, una familia de origen irlandés, llegaron a América en la segunda mitad del siglo XIX en busca de una oportunidad. El matrimonio tuvo diez hijos, uno de ellos, John Brendan, el futuro padre de Grace. Al crecer, John comenzó de abajo, siendo pobre, en la industria de la construcción, y con los años se convirtió en un importante empresario del rubro. Cuando Grace nació él ya era un hombre de fortuna. A pesar de que su familia se opuso a que fuese actriz, ella quiso realizar el sueño que había tenido desde niña. Se fue a Nueva York donde trabajó como modelo y estudió interpretación en la academia nacional de arte dramático. En 1949, a los 20 años, consiguió su primer papel en Broadway, la zona de teatros más prestigiosa de Nueva York. Seguidamente hizo algunas apariciones en televisión, hasta que decidió trasladarse a Los Angeles para probar fortuna en el cine. Así como su padre había llegado de la nada a todo, ella quería lograr lo mismo.

 

La ventana indiscreta

 

El éxito no se hizo esperar, como tampoco los resonantes romances con sus compañeros de cartel, que siempre ella trataba de disimular ante los medios: Gary Cooper, Clark Gable, Ray Milland, Gary Grant, William Holden, Bing Crosby, fueron algunas de las "víctimas" de su mágica mirada celeste. También otros súper famosos como el actor James Stewart, el modisto Oleg Cassini, o el galán francés Jean-Pierre Aumont, quedaron hipnotizados bajo el efecto de su atractivo extraordinario. Pero su elegancia sexual la hacía impermeable a los chismes, era vista por la gente común como un ángel de porcelana, víctima de su fragilidad emocional. Sin embargo, según afirman las crónicas de la época, hasta el mismísimo rey del suspenso se enamoró perdidamente de ella. Sí, sir Alfred Hitchcock. Y fue justamente él el que la hizo florecer en la pantalla. Es la imagen que él tenía de ella, la que vería el público y de la cual quedaría encantado. Maestro en el arte de hacer películas, proyectó su fantasía privada de manera que el mundo pudiera compartirla como propia y la convirtió en la niña dorada de Hollywood.

 

Alta sociedad

 

Mónaco es un principado independiente de Europa, situado al sureste de Francia en la Costa Azul. La familia Grimaldi, de origen genovés, en 1308 compró el Principado de Mónaco a la República de Génova y desde entonces continúa reinando interrumpidamente. A principios de marzo de 1955, Grace Kelly recibió una invitación del gobierno francés para asistir al Festival Cinematográfico de Cannes. Allí se enteró de que el Príncipe de Mónaco, de 31 años, quería conocerla y compartir con ella una nota para la revista Paris-Match en su palacio. Al principio se sintió alarmada, pero el director de la prestigiosa revista la convenció de que aceptara. Todo lo demás es historia conocida. Pocos meses después, ante 700 invitados vip y millones de televidentes la cenicienta de la cara perfecta y la sensualidad apenas insinuada, se casaba con Rainiero III, convirtiéndose en monarca de un pequeño pueblo, y a la vez duquesa, marquesa y condesa de un reino infinito, el de la fantasía.

 

 

Grace compartió 26 años junto a Rainiero, y como pasa en las telenovelas y fuera de ellas, la historia tuvo distintos capítulos. Primero vinieron los nacimientos tan deseados, Carolina, Alberto y Estefanía, y una existencia socialmente muy activa, acompañando como primera dama a su esposo, un príncipe por demás ocupado y nada afecto a que ella se alejara de las actividades de Mónaco. Pero sus biógrafos insisten en mostrar con el tiempo a una Grace Kelly triste, aburrida, apenada por sus desavenencias con Rainiero y los disgustos que le daban sus hijos. Insisten en que al cumplir 40 años, la princesa ya se refugiaba en el alcohol para olvidar su infelicidad.

 

Atrapar al ladrón

 

Según una de estas versiones, nunca probada, poco antes de morir, Grace Kelly trabajaba en secreto como espía del Vaticano, investigando la desaparición de mil doscientos millones de dólares del Banco Ambrosiano. Puede parecer un disparate, pero quienes abordan esta hipótesis aseguran que la actriz, princesa y espía, descubrió que la logia masónica P-2 estaba envuelta en la desaparición de ese dinero y que por eso pudo haber sido asesinada.

 

A la hora señalada

 

Corría el año 1982. Seguramente aquel lunes 13 de setiembre, que amaneció soleado y sereno, aquella prensa mundial que tantas páginas de notas, libros e imágenes le había dedicado estaba en otra cosa, cuando pasadas las 9:30 de la mañana, Sesto Lequio, el hasta ese entonces desconocido dueño de una huerta vio un coche desbarrancarse de un camino sinuoso, con varias curvas peligrosas, y corrió hacia él. El hortelano, que no tenía idea de a quienes estaba socorriendo, logró sacar a las dos mujeres heridas del Rover del que salía humo.

Una de ellas, la mayor, estaba inconsciente, y la otra, la joven, solo parecía haber sufrido lesiones menores. Ambas fueron trasladadas a un hospital de Niza y luego a una clínica de Mónaco. No pasaron demasiados minutos para que el planeta entero supiera que Gracia Patricia de Mónaco había sufrido un trágico accidente junto a su hija Estefanía. Nunca quedó claro quien de las dos conducía el vehículo.

 

Catorce horas

 

Al día siguiente, luego del diagnóstico de muerte cerebral, debido a lo cual se la mantenía con vida artificialmente, Rainiero autorizó que se apagaran las máquinas. No hubo autopsia, apenas un primer comunicado lacónico y final: "Grace sufrió un pequeño derrame cerebral y perdió el control del vehículo, que se precipitó por un barranco". Poco después se informaba que su Alteza Serenísima, la Princesa de Mónaco había fallecido. Y colorín colorado, el mayor cuento de hadas del siglo XX había llegado a su fin. "Sólo quisiera ser recordada como un ser humano decente, y como alguien a quien las cosas le preocupaban", dijo en la última entrevista que le hicieron, un mes antes de su muerte. Y creo que ese sueño, ese último deseo, también se le cumplió.

 

LUIS BUERO (*)

luisbuero@tutopia.com

(*) Guionista, periodista, psicólogo social

 
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