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Jueves 12 de Julio de 2007
 
Edicion impresa pag. 32 y 33 > Policiales y Judiciales
Una socióloga preocupada por los pobres

BUENOS AIRES (Télam).- Nacida el 8 de abril de 1952 en la Capital Federal, María Marta García Belsunce se crió en una familia de buen pasar, pero eso no impidió que pasara los últimos años de su vida dedicada a ayudar los más pobres y a la búsqueda de niños perdidos.

Cuando fue asesinada, en octubre de 2002, la socióloga era vicepresidenta de la entidad Missing Children argentina, dedicada a buscar chicos perdidos y vocal de la Asociación Damas del Pilar, que realizaba obras de caridad en esa zona del norte del conurbano bonaerense.

"María Marta era el motor de Missing Children", dijo Patricia Reyes, cuando declaró en el juicio, sobre el rol de su amiga en la entidad que presidía Susan Murray.

La socióloga conoció a Murray en un programa de radio que hacía en Pilar y, entusiasmada por la labor que desarrollaba, se unió a ella hasta ser su segunda en la entidad.

Con las Damas del Pilar, María Marta cumplía la función de tesorera y guardaba los fondos que se recaudaban con las obras de beneficencia.

Esta actividad y su conexión con la Red Solidaria llevaron a María Marta a ocuparse de comedores comunitarios como el que manejaba Roberto Effling, quien definió a la socióloga como la mujer más importante de su vida, después de su madre y su esposa.

García Belsunce iba a ese comedor dos veces por semana para llevar comida y remedios para 170 chicos y como agradecimiento, tras su crimen, en el barrio se abrió el "Club Deportivo y Cultural María Marta", que fue creado con el fin de sacar a los chicos de la droga.

Cuando tenía 19 años, María Marta se casó con el agente de bolsa Carlos Carrascosa, por entonces de 26, y compartieron trabajos relacionados con las actividades financieras.

La pareja nunca pudo tener hijos y en algún momento pensó en adoptar, pero la muerte de un sobrino postergó esa decisión para siempre y la socióloga optó por volcar gran tiempo a los otros chicos de la familia y a los ajenos.

En los '90, el matrimonio decidió mudarse al Carmel Country Club de Pilar, donde a "La Negra", como la llamaban, le gustaba jugar al tenis los domingos y con su perros, Tom y Paca, esta última presente cuando la asesinaron.

En invierno, la pareja también se hacía escapadas con sus familiares a Bariloche para esquiar y allí María Marta visitaba a una de sus mejores amigas, Inés Ongay, a quien conoció a los 13 años en el colegio Jesús María.

 
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