Domingo a las 18. En Maracaibo. Tiempo de revancha. La selección de Basile, la mejor en Venezuela, la que goleó a casi todos, la de los lujos, la que anoche avergonzó a México (3-0)... La de Riquelme y Messi, la que enamora, tendrá la oportunidad de sacarse la espina clavada desde hace tres años, y se enfrentará con Brasil. A todo o nada. Por la gloria.

Lo que algunos apuntaban como una final anticipada Argentina lo resolvió en poco más de 20 minutos, con la suficiencia y la calidad de los grandes, con la maestría de Verón y Riquelme, la ferocidad de Mascherano y la magia de Messi... ¿Se acabaron los adjetivos para calificar a la 'Pulga' después del segundo gol que le convirtió a los aztecas? Quizá.

México, que fue en el primer tiempo un rival de cuidado, en el segundo fue ingenuo, el peor de los pecados ante un equipo como el albiceleste. Y lo pagó caro. Realmente caro.

Porque anoche Hugo Sánchez demostró que no es un improvisado. El cerrojo que planteó en la mitad de la cancha funcionó a la perfección y la conexión Verón-Riquelme naufragó entre tantas piernas metidas en ese sector. Desabastecidos, Lio y Carlitos Tevez entendieron que debían arreglárselas por medios propios, aunque pocas veces lo lograron. Seguramente el entrenador azteca repasó el video Argentina-Perú decenas de veces, y por eso le colocó una aduana (Andrés Guardado) a Javier Zanetti.

En esos primeros 45 la selección no tuvo la hegemonía del balón como en los partidos anteriores, porque México se le plantó de igual a igual.

Fue un inicio aburrido, lento y duro. Por eso se entiende que los mejores de esa etapa hayan sido Javier Mascherano (cuando no) y Gerardo Torrado. Por eso se entiende que Argentina se haya retirado a los vestuarios en ventaja por una pelota parada que terminó en gol con ayudita ajena.

Hasta la apertura del marcador pasó poco. Se estudiaron mucho y se soltaron nada. Un par de intentos solitarios del 'Apache', algunas pelotas paradas con cierta peligrosidad y, la más clara, un disparo de Guardado (34) que no fue gol porque Dios (bien argentino) decidió que de en el poste.

Y a los 44 Oswaldo Sánchez se desorientó con un tiro libre de Riquelme y, ante la pasividad de sus defensores, sufrió la entrada triunfal de Heinze. Qué mejor forma de irse al descanso.

La segunda parte fue la misma historia. Surgió la Argentina destructiva, la profunda, glamorosa y vistosa. Apenas habían pasado 16 minutos cuando se produjo el hecho más hermoso de la Copa: México se distrajo, Heinze metió un cambio de

frente para Tevez, que la paró y lo habilitó a Messi; y el pibe, encaprichado en seguir emulando a Diego Maradona, metió una vaselina exquisita, que se coló por encima de un desesperado e inerte Sánchez.

El estadio, que para el 'Coco' había que cerrarlo en ese momento, se vino abajo. El partido, ya liquidado, continuó y cuatro minutos después Carlos Chandía cobró un penal inexistente sobre Tevez que Riquelme ejecutó como lo había hecho 24 horas antes el 'Loco' Abreu.

Ahí se terminó el juego, aunque Argentina pudo aumentar la diferencia. Fue tiempo de poner el balón bajo la suela y dejar que el tiempo pase.

Se dio lo que se preveía, y Argentina está en la final. El domingo a las 18. En Maracaibo. Fecha, hora y lugar para la revancha.