ROCA.- Con gran repercusión y mucha gente en los pasillos y alrededores de la Fundación, anteayer, el Festival Internacional de Percusión de la Patagonia volvió a vivir otra exitosa jornada. Un poco más relajados que el primer día, pero con las mentes y la ansiedad por las nubes, este segundo día estuvo signado por la participación de artistas internacionales, que en general, suelen ser muy simpáticos y abiertos, y sobre todo, músicos brillantes.
Por la tarde y como suele suceder a lo largo de todas las ediciones, los músicos ofrecen sus conocimientos a través de clínicas o master class, para relacionarse de una manera más directa con los alumnos, y todos aquellos interesados en conocer el universo que cada instrumento de percusión esconde, sus composiciones, y estilos. Estos lugares se transforman en espacios amistosos donde participan todos. Un ejemplo de ello y para destacar, fue el Master Class que ofreció la notable marimbista japonesa, Keiko Kotoku, que colmó el Centro Musical de la Fundación, dejando mucha gente afuera, con ganas de entrar.
Keiko es una de las figuras más esperadas para este Festival. Vuelve luego de dos años, con mucha más experiencia, la alegría intacta y una predisposición para enseñar, envidiable.
Más tarde, en el concierto de la noche, el auditorio de la Fundación recibió al norteamericano Frank Kumor, que irrumpió el escenario con la Vita Novus Ensamble, compuesto por cuatro músicos.
El concierto, a sala llena, comenzó pasadas las 22. Dos marimbas enfrentadas y tres vibráfonos para interpretar "It's about time", un tema de su autoría. Luego, en un "spanglish" gracioso, Kumor trató de hacerle entender a la audiencia como se llamaban los autores y los otros temas que interpretaron.
En dúo de marimbas, rememoraron en pantallazos, escenas de música sinfónica progresiva. Luego, con un tema de Bob Becker, apareció en escena una rareza de instrumento llamado "Crótalos afinados" que tiene muchos platillos pequeños y desde donde Kumor dirigía todo.
Algo interesante es ver la postura "zen" que ensayan estos músicos para con sus instrumentos, como también el notable grado de concentración y precisión que requiere enfrentar una marimba o un vibráfono con cuatro, y hasta seis baquetas (palillos).
Sobre el final, llegó el "show". Era el turno de los sonidos familiares de la batería, los redoblantes, algunos bongoes, y todo el vértigo y la contundencia de la Vita Novus Ensamble, que movilizaron el auditorio con una fenomenal aparición de talento. Aclamados por el público y visiblemente felices, los cuatro jóvenes percusionistas se fueron del escenario, para luego volver con un bis y con el maestro Frank Kumor dirigiendo el final. Con un aplauso interminable, los músicos, dejaron definitivamente el escenario.
MARTIN VALBUENA
