ROCA (AR).- La desaparición de un taxista y la incertidumbre sobre si se encontraba con vida o no, conmocionó ayer a esta ciudad y más de un centenar de choferes sacaron todos los taxis de servicio y exigieron la inmediata aparición de la víctima.

Los taxistas llevaron al lugar donde apareció el auto del compañero, y posteriormente cortaron la calle 25 de Mayo frente a la comisaría Tercera y los Tribunales, a las 21.30 apedrearon los vidrios de la unidad policial y luego cortaron el tránsito en las rutas 22 y 6 junto a taxistas cipoleños.

Un joven detenido y dos menores demorados -los tres hermanos entre sí- fue el saldo de un allanamiento registrado en una casa de la zona norte de esta ciudad, ubicada a unos 700 u 800 metros del lugar donde apareció el taxi, y que fue marcado en forma indubitable por una perra entrenada de la Policía de Neuquén. El can llegó siguiendo el rastro olorífico de unas prendas de Roberto Cesari (58), el taxista del que nada se sabía desde las 2.35 de ayer.

A medida que pasaban las horas, y especialmente cuando empezó a caer la noche que obligaba la suspensión de los rastrillajes, la bronca y la impotencia de los taxistas fue creciendo, y fustigaron duramente al juez Rubén Norry.

El auto de Cesari fue encontrado en una cantera que se encuentra ubicada a unos 400 metros al noreste de la rotonda del aeropuerto de esta ciudad. Le faltaban algunos elementos como el cartel, que fue encontrado en la banquina

de la ruta 6. Pero el hallazgo a media mañana de manchas de sangre entre las dos butacas del Fiat Duna de la empresa 430300, comenzó a trazar un panorama más sombrío.

A esa altura, los taxis de Roca comenzaron a realizar rastrillajes por la zona de bardas, mientras otros se quedaban en los alrededores del lugar donde apareció el auto, esperando novedades en vano.

Cesari hacía tiempo que era taxista y siempre trabajó de noche. El último contacto que se tuvo con él fue a las 2.35 de ayer cuando levantó a una pasajera en un bar de calle 9 de Julio al 500 de esta ciudad. Según se pudo reconstruir después, desde allí se habría dirigido a una confitería de Avenida Roca y Tucumán, donde levantó a, al menos, un hombre.

Una de las versiones que con más firmeza circuló entre los choferes es que cantó un viaje a Guerrico, aunque en el auto habrían viajado otros dos hombres. De todos modos no sabía dónde habían subido.

Otra versión señalaba que el Duna conducido por Cesari fue cruzado por otro compañero, y recién ahí habría avisado de un viaje a Fernández Oro. De todos modos, se cree que a esta altura, ya estaría amenazado.

Cesari le avisó por radio al operador utilizando un código que quiere decir que todo estaba bien, pero algunos dudan de que efectivamente eso sucediera. "Lo que pasa es que también hay un código que alerta sobre un posible peligro, pero los delincuentes lo conocen. Tal vez obligado, dijo que no había problemas con el pasaje", conjeturó ayer uno de los taxistas.

Después de una hora -lo que podría llegar a tardar un viaje ida y vuelta desde Roca a Fernández Oro- el operador de la base de taxis de la empresa intentó comunicarse con Cesari, pero desde ese momento, todo contacto fue imposible.

Ante la insistencia y la falta de respuestas, se dio el aviso por radio a los restantes choferes sobre la desaparición del Duna con el número 517 en las puertas. Fue en ese momento, cuando el chofer de otra empresa avisó que había cruzado alrededor de las 7 de la mañana al auto con ese número, bajando de la picada de Oldelval. También habría mencionado que le llamó la atención que llevaba la luz del cartel apagada.

Cuando se le preguntó si era Cesari el que conducía -aparentemente lo conocía o se le dio la descripción física- dijo que no, y que el auto era conducido por otro hombre y que a su lado viajaba una mujer.

De inmediato comenzó el despliegue de taxis y patrulleros por la zona norte. Pero el tiempo pasaba y las novedades no aparecían.

Fue hasta que se encontró el cartel del auto en la banquina de la ruta 6, mientras que el Fiat Duna era divisado en el interior de una cantera, entre la última calle de barrio Nuevo hacia el oeste y la ruta provincial.

El auto no estaba quemado como suele suceder muchas veces que se comete un robo. Incluso no tenía abollones. Sólo algunas marcas de antióxido que ya tenían un tiempo.

El lugar fue custodiado por policías, y alrededor de las 11 de la mañana, se confirmó que en el auto había manchas de sangre, que al vehículo le faltaban algunos elementos, pero no había ningún rastro de Cesari.

Mientras se había realizado el pedido de colaboración a la Policía de Neuquén, para que trasladara a los perros entrenados que olfatearon prendas de Cesari, que los familiares le acercaron a los investigadores. El primer can salió desde donde estaba el auto hacia el sur, y luego tomó un camino consolidado. Sin embargo, a los 300 metros perdió el rastro al llegar a la primera calle del barrio. El segundo perro se alistó y comenzó la búsqueda desde el auto, hacia el norte. Siempre con el hocico contra el piso, llevó casi sin detenerse, a su guía por unos 800 metros hasta una casa ubicada en Brown y El Cóndor.

La manzana fue rodeado por una gran cantidad de efectivos. En el lugar se vio a una joven y un muchacho, y éste último increpó a los policías para luego ingresar a la vivienda. El barrio se pobló de taxis y en esos momentos comenzaron a caldearse los ánimos entre los taxistas, ya que el allanamiento se demoró por más de dos horas esperando la orden firmada por el juez.

Incluso se vio a la fiscal Benito, reclamar casi con desesperación al secretario de Norry, para que ubique al juez y le mande la autorización para ingresar. En ese lugar, alrededor de las 18, fueron detenidos los tres sospechosos (ver aparte), y se encontraron algunos elementos que estarían relacionados con la investigación.