"¿Y el seguro? No tenemos. Yo sé que me puede pasar algo, que me pueden matar, que puedo contagiarme una enfermedad adentro. Y lo único que nos hicieron firmar fue algo de la AFJP, pero del seguro nada. Nos tendrían que haber hecho firmar quién será el beneficiario si nos pasa algo, y nada de eso".
Cuando se inscribieron para hacer el curso de ingresantes sabían que no ingresaban a un trabajo fácil, pero confiaban en que -por eso mismo- el salario tomaría en cuenta el riesgo y les permitiría pensar en un futuro para sus familias. "Fuimos formados con psicólogos, en derechos humanos, en seguridad penitenciaria, específicamente para trabajar con internos. Pero ni los agentes policiales nos respetan. Adentro somos una categoría más baja que los internos. Somos menos que nada".
Sin uniforme ni credencial, los internos se niegan a tenerlos como interlocutores. "La directora Ruiz nos dijo que habían pedido los uniformes, pero nosotros entramos al penal así, con un buzo".
Les llama la atención que, después de que el gobernador anunciara le creación del Servicio Penitenciario Provincial, no se haya hecho un acto ni nada para ponernos en funciones. "Vino la directora, nos dijo 'ustedes ya son agentes' y listo. No nos dio un certificado, una credencial, una resolución, nada. Esto no parece del Estado. Parece clandestino. No queremos firmar un contrato precario, que cuando quieran nos echan".