MADRID/CANNES (DPA). - Hace un cine perturbador, austero, lírico, raro, de difícil llegada al público. Pero desde su primer trabajo, "Japón" (2002), Carlos Reygadas se ganó el respeto de un sector de la crítica y de los espectadores de los festivales y se alzó como una de las miradas más innovadoras y singulares en el ámbito cinematográfico mexicano.
Con su ópera prima, ambientada en un opresivo espacio rural, obtuvo la Cámara de Oro en el Festival de Cannes y el premio Coral a la mejor ópera prima en el Festival del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana, entre otros premios.
Ya con su siguiente trabajo, "Batalla en el cielo" (2005), ambientado en una cruda Ciudad de México y con escenas de sexo explícito entre actores no profesionales que generaron revuelo, Reygadas pasó directamente a competir por la Palma de Oro.
Este año, en la potente 60ª edición del tradicional certamen francés, el mexicano es el único latinoamericano en la sección oficial a concurso. Su nuevo trabajo lleva un título holandés, "Stellet Licht", y cuenta una historia de amor ambientada en una comunidad menonita en el norte de México.
Eso es casi todo lo que se puede adelantar de esta película. "A mí como espectador me gusta ir al cine sin saber nada, y en esta película en particular es importante que no te cuenten nada más", dijo el director en entrevista con dpa, y añadió: "Es muy lírica, muy suave, muy tersa".
También explicó que los actores son menonitas auténticos, que hablan en su lengua, un holandés antiguo, y que todo transcurre en el estado de Chihuahua.
Eso sí, aclara. Se trata de una historia de ficción. "Como la materia es auténtica son sus verdaderas casas, su lengua, sus vestidos reales, sus establos, sus campos, y ellos mismos evidentemente acarrea un contenido documental importante, pero la forma es totalmente ficción".
Reygadas, nacido en 1971, conoce desde pequeño el paisaje en el que rodó su tercer largometraje. "Iba por ahí sobre todo con mi padre. Y plásticamente ese estado de México es alucinante, gigante, hay unos cielos increíbles, sobre todo, en verano".
Ya entonces le fascinaron los rostros de los menonitas.
"Son alemanes, muy arios, y con el viento, el sol y el polvo se hacen unas caras increíbles", relata entusiasmado. "Plásticamente eso es muy poderoso".
"También me atrajo el tema de una lengua desconocida, y que todo fueran subtítulos y que sea muy difícil para nosotros clasificarlos a nivel de los clichés de clase social o tipo de trabajo o personalidad", agrega.
"Todos cumplen una función muy arquetípica, a nivel de los cuentos de los hermanos Grimm. El padre es el padre y el abuelo es el abuelo y nada más. Y entonces, como la historia es muy lírica, eso me permite acercarme mucho a esa abstracción que en el fondo le da universalidad a las cosas", explica.
Reygadas no cree que la película pueda generar alguna controversia, aunque del todo seguro no está. "La verdad, no lo sé. Cuando hice 'Japón' y 'Batalla en el cielo', tampoco creía que tuvieran nada en particular que fuera a generar revuelo. Y luego resulta que sí".
El joven cineasta está encantado de competir con directores como Alexander Sokurov y Bela Tarr, a los que admira profundamente, y le importa bastante menos lo que presenten los hermanos Cohen o Quentin Tarantino. "Me tienen sin cuidado. No me gustan. Vamos, hacen cosas diferentes", dice sin pelos en la lengua.
El reciente éxito del trío de directores mexicanos Alfonso Cuarón, Alejandro González Iñárritu y Guillermo del Toro le parece beneficioso, "quizá en el sentido de que crea una empatía positiva, por un tema de motivación, como en el fútbol. Si ganan muchos equipos de un país, hay como una noción interna, psicológica, de que no siempre se tiene que fracasar. Pero nada más".
Para Reygadas, el cine de autor como el que él hace lo tiene difícil en todo el mundo.
"Sobre todo en un mundo que cada vez más lo basa todo en el consumo y en las cifras totales, y no en la calidad de las cosas. Pero al mismo tiempo también hay espacios y tampoco tenemos por qué pensar que tenemos derecho a recibir muchísimo dinero para hacer películas o productos que no dejan de ser minoritarios", admite.
CLAUDIA REGINA MARTINEZ
DPA