CANNES (DPA).- No era más que un pueblo de pescadores a orillas del Mediterráneo cuando en 1939 se fijaron en Cannes para acoger un evento cinematográfico que pasaría a convertir a la localidad francesa en un altar del arte cinematográfico y en la capital del glamour durante dos semanas en mayo.
Punto de mira de muchos directores y plataforma para seguir la vanguardia del cine mundial, Cannes surgió en contraposición al certamen de cine ideado por la propaganda de Mussolini, el Festival de Venecia, que tenía un marcado carácter de promoción política.
La irrupción de la Segunda Guerra Mundial truncó el nacimiento el primero de septiembre de 1939 del primer Festival Internacional de Cine de Cannes, cuyo director era nada menos que Louis Lumière, quien junto a su hermano Auguste había inventado 44 años antes el cinematógrafo.
Terminada la guerra, el proyecto se recuperó de inmediato y, al igual que antes, contó con el decisivo apoyo de Gran Bretaña y Estados Unidos. Nada hacía sospechar en 1946 que Cannes se convertiría en un centro de referencia cinematográfica con vocación descubridora de nuevos talentos, y su playa, La Croissete, en la pasarela del glamour.
El certamen, que siempre ha tenido bien presente el cine nacional, premió en esa edición al director René Clément por "La bataille du rail", cineasta que ha marcado el cine francés.
En 1947 se comienza a construir el Palacio del Festival, sede todavía hoy del certamen. Ese año se proyectó "Skepp till India land", de un joven sueco desconocido llamado Ingmar Bergman. Al término de la proyección se escucharon los gritos de "¡genio!", pero también hubo quien enojado dijo que aquello era un "escándalo".
Esa pequeña anécdota define el verdadero afán del certamen de contar desde el principio con los que han escrito la historia del cine.
En 1951 el festival decide cambiar su fecha y se traslada a la primavera. Aquel año se celebró del 3 al 20 de abril y entre sus premiados figuró un exiliado español, Luis Buñuel que se llevó el premio a la mejor dirección por "Los Olvidados".
Desde siempre, además de por el buen cine, Cannes ha sido noticia por la glamurosa nómina de invitados. El 52 fue el año de Gina Lollobrigida. Las medidas de la actriz italiana: 91-54-92, fueron la comidilla del certamen, mientras que en el 53, se pudo fotografiar a Yves Montand, Jean Marais, Zsa-Zsa Gabor, Sophia Loren, Romy Schneider, Silvana Mangano y Kirk Douglas.
En el 55 llegó la mujer que tal vez convirtió La Croisette en el mito del trampolín a la fama. Era joven, bella y des
conocida, pero su imagen paseando por la playa descalza, perseguida por los fotógrafos, ha dado la vuelta al mundo. La "starlette" Brigitte Bardot, a quien Vadim había convertido en protagonista de "Y Dios creó a la mujer", no sabía todavía que su destino era convertirse en una gran estrella.
Aquel año, otra belleza rubia apareció por primera vez en el certamen: Grace Kelly, que por la casual idea de un periodista visitó Mónaco para hacerse unas fotos en el palacio Grimaldi, donde luego se convertiría en princesa.
Cannes supo prácticamente desde el principio seguir el pulso del quehacer cinematográfico mundial. Además de seguir los pasos al cine asiático y el de los países del Este, el certamen abrió sus puertas al neorrealismo italiano ("Milagro en Milán", de Vittorio de Sica, premio en 1951) y a la Nouvelle Vage, que entra en escena en el 59.
Aunque aquel año la Palma de Oro el máximo galardón del certamen que comenzó a entregarse en 1955 fue para "Orfeo negro", de Marcel Camus, "400 golpes", de François Truffaut, fue la película de la que todo el mundo hablaba. El director francés se llevó el premio como mejor realizador.
Cannes, respaldado con un presupuesto de 20 millones de euros, cuenta con más de 4.000 periodistas acreditados (cuando hace una década no superaba los setecientos) y en la actualidad se ha convertido también en un poderoso centro de negocios
Todo ello hace que Cannes, a sus sesenta años, siga siendo el principal festival cinematográfico del mundo.
MARIA CLIMENT MASCARELL
DPA