Herodes el Grande, que reinó sobre Judea entre los años 37 y 4 antes de Cristo, es quizá más conocido por la crueldad descripta en el Nuevo Testamento, pero también por las monumentales construcciones que hizo construir en la región. Según el Evangelio según San Mateo, ordenó la ejecución de todos los niños varones en la población de Belén, de manera de evitar perder su trono ante el recién nacido "rey de los judíos", el bebé Jesús. Sin embargo, no hay evidencia histórica acerca de que efectivamente llevó a cabo lo que se conoce como la "masacre de los inocentes".
El monarca celoso y "paranoico", que se casó diez veces, también ejecutó a su segunda esposa Mariamne luego de que diera a luz a cinco de sus hijos, así como a tres de sus hijos, acusados de conspiración.
Uno de sus hijos, Herodes Antipas, que heredó la mitad del reino tras la muerte de su padre, gobernaba en la época de la muerte de Jesús y se dice que mandó a ejecutar a San Juan Bautista. Los historiadores creen que, especialmente en los últimos años antes de su muerte, Herodes padecía una enfermedad crónica, dolores insoportables y
delirios persecutorios. Se cuenta que, como Herodes era consciente de lo poco querido que era por el pueblo, ordenó para el día de su muerte la ejecución de 70 dignatarios judíos para evitar las expresiones de júbilo. Sin embargo, su hermana Salomé y su esposo Alexas no hicieron cumplir esta orden. Pero Herodes el Grande también es conocido por su trabajo en el Segundo Templo de Jerusalén, la ciudadela de Massada y la antigua población y el antiguo pueblo romano de Cesárea en lo que ahora es Israel central.