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Sábado 05 de Mayo de 2007
 
Edicion impresa pag. 20 >
La salud del comandante

 

El hecho de que el dictador cubano Fidel Castro no haya hecho su tan esperada reaparición en la marcha del Día del Trabajo me lleva a concluir que, a pesar de recientes indicaciones de que se estaba recuperando de la enfermedad que lo obligó a delegar poderes hace nueves meses, su salud está peor de lo que muchos pensábamos.

¿Por qué pienso eso? No es por diagnóstico médico alguno, sino por un diagnóstico político.

La marcha era un momento clave para Castro, y no sólo porque el acto anual ha sido tradicionalmente una de sus celebraciones favoritas.

A diferencia de otros grandes eventos públicos a los que no asistió en meses recientes incluyendo la Cumbre de los No Alineados en setiembre y la celebración postergada de su cumpleaños número 80 en diciembre había razones políticas por las que Castro no se hubiera perdido este encuentro por ningún motivo si hubiese podido estar allí.

Había equipos de televisión de todo el mundo que habían llegado a Cuba días antes, tras crecientes especulaciones de que Castro haría su reaparición triunfal el Día del Trabajador. Y estar presente le hubiese dado un podio inmejorable para atraer la atención internacional a su nueva cruzada para lograr que las Naciones Unidas condenaran a los Estados Unidos por la reciente liberación provisional del presunto terrorista anticastrista Luis Posada Carriles.

La reaparición de Castro incluso si sólo hubiera estado presente para observar el desfile en silencio por unos minutos no sólo habría marcado su retorno victorioso del umbral de la muerte, sino también inyectado nuevos bríos a su régimen.

Después de semanas de esfuerzos infructuosos de Cuba y Venezuela por convertir la liberación bajo fianza de Posada Carriles en una causa universal, la reaparición de Castro le habría ayudado a instalar el caso en la agenda internacional.

¿Por qué le hubiera interesado tanto eso? Porque la internacionalización del caso Posada Carriles le habría ayudado a revertir su imagen de dictador decrépito en la mayor parte del mundo moderno y le permitiría presentarse una vez más cómo un valiente David luchando contra un malvado Goliat.

Castro siempre ha tratado de proyectar la imagen de víctima como una forma de justificar su dictadura y, seguramente, es la misma con la que le gustaría ir cabalgando hacia el horizonte en el tramo final de su vida.

En las últimas semanas, Castro y algunos de sus aliados más cercanos habían elevado las expectativas de su reaparición el 1º de mayo.

En un artículo del 11 de abril en el diario oficial del Partido Comunista de Cuba, "Granma", y titulado Reflexiones del comandante en jefe, Castro había convocado a los cubanos a asistir a la marcha del Primero de Mayo como si muchos tuvieran la opción para protestar la liberación bajo fianza de Posada Carriles en los Estados Unidos.

Según dijo Castro en ese artículo, la decisión de una jueza de liberar bajo fianza al terrorista había sido tomada por "instrucciones" de la Casa Blanca. Cuba ha acusado a Posada Carriles de ser uno de los autores intelectuales de la explosión a bordo de un vuelo de Cubana de Aviación, en la que murieron 73 personas en 1976, y de un bombazo en La Habana que mató a un turista italiano en 1997.

En su artículo de "Granma", Fidel afirmó que la marcha del primero de mayo "sería el día ideal" para que el pueblo cubano mostrara su oposición al "terrorismo" de Bush y a la negativa de Estados Unidos de extraditar a Posada Carriles a Venezuela, que efectuó el pedido por el acto terrorista de 1976.

Simultáneamente, la prensa oficial cubana divulgó fotos mostrando a un Castro más saludable, haciendo aumentar las especulaciones de que su reaparición era inminente.

Poco después, el presidente boliviano Evo Morales dijo que Castro "seguramente" aparecería en el desfile del 1º de mayo. El presidente venezolano Hugo Chávez había afirmado anteriormente que Fidel ya estaba "caminando, casi trotando" y que el presidente vitalicio cubano había retomado el control de la mayoría de las funciones del gobierno.

Mi conclusión: no soy un médico, ni tengo forma de saber si Castro tiene una enfermedad intestinal, el mal de Parkinson, ambas cosas, si está enfermo de muerte o si, por el contrario, logrará recuperar su salud y reaparecerá en el futuro.

Pero como observador político, no me cabe duda de que Castro no se habría perdido la oportunidad de aparecer en el desfile del 1º de mayo y atraer la atención mundial sobre el caso Posada Carriles ni por un millón de petrodólares si hubiese podido estar presente.

Por ahora, todo parece indicar que Castro está mal y que sólo está "trotando" en la mente de Chávez.

 

 

 

(*) Periodista argentino. Analista internacional. Miami.

 
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