VILLA CARLOS PAZ (Raúl Bernal, enviado especial) - Cuando se planteaban dudas acerca de lo riesgosa que significaba la apuesta de realizar un súper especial en River, ninguno de los que advertían las complicaciones que podrían generarse se imaginaban semejante caos que puso en alerta roja al 27º Rally de la República Argentina. Las malas condiciones meteorológicas demoraron la vuelta de unos cuantos participantes y directamente dejó varados a otros 14.

En consecuencia, la organización tuvo que suspender siete de los ochos tramos de la segunda sección de la primera etapa y la clásica prueba quedó al borde de no entregar puntos para el Mundial, si es que se tiene que cancelar algún otro especial.

En la comisión aseguraron hasta el cansancio y con cierta soberbia, que tenían todo bajo control. Con las cartas jugadas sobre la mesa, el fracaso que representó el "Desafío Monumental" en Capital Federal quedó relegado a un segundo lugar después del descalabro que se armó con la vuelta de los participantes.

Algo no se había previsto y era nada menos que el clima podía jugarle en contra. Sin dudas, los reflejos de los organizadores se tildaron con la incertidumbre de quienes tenían que tomar decisiones en el aeropuerto Jorge Newbery. "Que salen en una hora", "embarcaremos en dos", o "pasó el frente de tormenta, ya se habilita la pista", fueron frases escuchadas y repetidas que indudablemente tuvieron efecto en David Eli, la cabeza visible de la organización de la prueba.

Si para la medianoche no habían podido despegar ninguno de los tres vuelos, ¿nunca se pensó en las consecuencias a futuro, en la posibilidad de suspender toda la primera etapa? Los autos y mecánicos, en bateas y colectivos, llegaron en tiempo y forma.

¿Por qué, entonces, no contrataron coche camas y trasladaron a los participantes? Habrían viajado unas cuantas horas, pero con suspender un par de tramos hubiera alcanzado. La organización apostó por lo que tenía a mano y fracasó. Dejó a la fecha mundialista argentina en peligrosa zona de riesgo, porque el informe de los equipos a la FIA seguramente será inapelable.

Y no por culpa de una mano negra, como se quiso hacer creer en algunos medios locales, sino por la mala ocurrencia de querer cambiar algo que funcionaba perfecto como era el rally en Córdoba. Está claro que la movida de

Buenos Aires atraía, sobre todo en lo económico, pero entrañaba muchos riesgos y encima el público el dio la espalda.

La apuesta de "nacionalizar" el Rally de Argentina, llevándolo al "Monumental" parece haber fracasado. Por la opinión de los pilotos, y por la respuesta del público que el jueves apenas sumaba entre diez y doce mil aficionados.

La travesía desde Villa Carlos Paz a Buenos Aires y su regreso a Córdoba se hizo interminable. Hubo descuidos con los pilotos "estrellas" y desidia con sus acompañantes, porque la desinformación le ganó a las facilidades y porque en la capital, definitivamente, el rally parece no gustarle.

Caras largas, con ese fastidio de los que no están a gusto, y hasta técnicos desparramados por el piso de las salas especialmente acondicionadas para la ocasión, se sumaban a los carteles puestos sobre la hora y a la comida que llegó, para los que no pudieron ir a Costa Salguero, muy tarde.

"Tanto viaje para apenas dos kilómetros de velocidad", había afirmado Loeb, y encima con nadie en las tribunas. Ya desde temprano, el rumor de que la venta había sido muy baja creció hasta convertirse en realidad.

Quizás este no sea el momento indicado para una autocrítica por el lado de la organización, que más que nada ahora tiene que concentrarse en sacar adelante la prueba y salvar la fecha mundialista. Después, será tiempo para rendir cuentas. Y si hay algún culpable que tenga que pagar, que pague, porque se puso en riesgo algo muy importante que es patrimonio de todos los argentinos.